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Definición y significado de deflación
La deflación es un fenómeno económico que ocurre cuando la inflación de una economía es negativa. Es decir, cuando los precios generales de bienes y servicios caen constantemente en vez de subir.
Cuando se presentan fenómenos deflacionarios en una economía, estos generalmente están asociados a una recesión o crisis económica, lo que indica que la economía está estancada y de hecho está decreciendo. La deflación ha estado presente en crisis económicas importante como la recesión de 2008 o la crisis del 29.
Entendiendo la deflación
La deflación hace que los costos nominales de capital, mano de obra, bienes y servicios caigan, aunque sus precios relativos pueden no cambiar. La deflación ha sido una preocupación popular entre los economistas durante décadas. A primera vista, la deflación beneficia a los consumidores porque pueden comprar más bienes y servicios con el mismo ingreso nominal a lo largo del tiempo.
Sin embargo, no todos ganan con precios más bajos y los economistas a menudo están preocupados por las consecuencias de la caída de los precios en varios sectores de la economía, especialmente en asuntos financieros. En particular, la deflación puede perjudicar a los prestatarios, quienes pueden estar obligados a pagar sus deudas en dinero que vale más que el dinero que pidieron prestado, así como a cualquier participante del mercado financiero que invierta o especule sobre la perspectiva de un aumento de los precios.
El peligro de la deflación
Cuando los precios se mueven constantemente a la baja, las expectativas de productividad se ven disminuidas, por lo que el precio del dinero aumenta y es difícil que los empresarios se arriesguen a invertir capital para vender productos a precios más bajos cada vez, como consecuencia se pierde el empleo, por lo que la gente deja de percibir salarios y deja de gastar, lo que mueve de nuevo los precios a la baja.
El interés real de la moneda crecerá, aunque los tipos nominales se reduzcan o se mantengan incluso en cero. Lo que significa que con menos dinero se puede comprar más. Esto beneficia a los acreedores, pero perjudica a los deudores, lo que estanca las actividades de emprendimiento, puesto que los emprendedores y creadores de negocios se mostrarán reacios a endeudarse para invertir en inventarios, cadenas de suministros y canales de distribución.
La expectativa de un valor mayor del dinero hace también que la gente deje de gastar, reduciendo la demanda y favoreciendo casi exclusivamente a los tenedores de capital.
Los beneficios de este fenómeno
Aunque la deflación presente graves efectos negativos, los economistas de la escuela austríaca defienden este proceso al considerarlo algo beneficioso. Argumentan que cuando los precios bajan, el poder adquisitivo de los ciudadanos aumenta, como consecuencia la demanda de bienes y servicios aumentaría, llevando a que los negocios y los empresarios puedan ver crecer sus rendimientos y tengan que contratar más empleados para satisfacer la necesidad de consumo del público.
Esta situación de aumento de la demanda se puede dar en ciertos bienes o sectores de la economía, pero no hay evidencia de que se produzca en los bienes generales de la economía.
¿Qué se puede hacer cuando bajan los precios?
Cuando los precios bajan de forma generalizada y se pone en peligro la estabilidad económica, existen varios caminos que el Estado y las autoridades monetarias, como el Banco Central pueden tomar.
Durante la crisis del 29, el presidente Franklin Delano Roosevelt decidió que la mejor opción era aumentar la oferta monetaria, lo cual llevó a una recuperación marcada dentro del contexto del New Deal.
En este sentido una mayor oferta de dinero estará encaminada a estimular la demanda de bienes y servicios para hacer frente al desfase de la oferta de estos.
Existe consenso entre los economistas de que la opción más adecuada es actuar a priori (antes de que ocurra el fenómeno deflacionario) más que después de que la deflación haya ocurrido.
Al encarecerse el precio del dinero El Estado ha de tener cuidado en mantener bajo control la deuda pública y privada, así como proveer suficiente capital a los mercados para operar.
Dos opciones para luchar en periodos deflacionarios
Entre las opciones concretas para luchar contra la deflación tenemos dos propuestas. La primera es la monetarista, que indica que se deben bajar los tipos de interés para que las familias y los negocios se animen a gastar e invertir. La segunda es de origen keynesiano y llama a que se incremente el gasto público para dinamiza la economía.
Las opciones correspondientes en cada caso dependerán de la situación concreta y normalmente la elección más eficaz para luchar contra la deflación puede ser una mezcla de estas dos propuestas.
Diferencia entre Deflación y desinflación
Es importante distinguir entre la deflación y la desinflación. La deflación se produce cuando la inflación es negativa y los precios para los consumidores caen. Por su parte la desinflación es una desaceleración en el alza de los precios. Es decir, estos crecen, pero a un ritmo menor al que se esperaría.
Las causas de este fenómeno
Por definición, la deflación monetaria solo puede ser causada por una disminución en la oferta de dinero o instrumentos financieros canjeables en dinero.
En los tiempos modernos, la oferta monetaria está más influenciada por los bancos centrales, como la Reserva Federal. Cuando cae la oferta de dinero y crédito, sin una disminución correspondiente en la producción económica, los precios de todos los bienes tienden a caer. Los períodos de deflación ocurren más comúnmente después de largos períodos de expansión monetaria artificial. A principios de la década de 1930 fue la última vez que se experimentó una deflación significativa en los Estados Unidos. El principal contribuyente a este período deflacionario fue la caída en la oferta monetaria luego de quiebras bancarias catastróficas. Otras naciones, como Japón en la década de 1990, han experimentado deflación en los tiempos modernos.
El economista de renombre mundial Milton Friedman argumentó que, bajo una política óptima, en la cual el banco central busca una tasa de deflación igual a la tasa de interés real de los bonos del gobierno, la tasa nominal debería ser cero, y el nivel de precios debería caer constantemente a la tasa real de interés. Su teoría dio origen a la regla de Friedman, una regla de política monetaria.
Sin embargo, la disminución de los precios puede ser causada por una serie de otros factores: una disminución en la demanda agregada (una disminución en la demanda total de bienes y servicios) y una mayor productividad. Una disminución en la demanda agregada generalmente resulta en precios posteriores más bajos. Las causas de este cambio incluyen la reducción del gasto público, el fracaso del mercado de valores, el deseo del consumidor de aumentar los ahorros y el endurecimiento de las políticas monetarias (tasas de interés más altas).
La caída de los precios también puede ocurrir naturalmente cuando la producción de la economía crece más rápido que la oferta de dinero circulante y crédito. Esto ocurre especialmente cuando la tecnología avanza la productividad de una economía, y a menudo se concentra en bienes e industrias que se benefician de las mejoras tecnológicas. Las empresas operan de manera más eficiente a medida que avanza la tecnología. Estas mejoras operativas conducen a menores costos de producción y ahorros de costos transferidos a los consumidores en forma de precios más bajos. Esto es distinto pero similar a la deflación general de precios, que es una disminución general en el nivel de precios y un aumento en el poder adquisitivo del dinero.
La deflación de precios a través del aumento de la productividad es diferente en industrias específicas. Por ejemplo, considere cómo el aumento de la productividad afecta al sector tecnológico. En las últimas décadas, las mejoras en la tecnología han resultado en reducciones significativas en el costo promedio por gigabyte de datos. En 1980, el costo promedio de un gigabyte de datos fue de USD 437.500; para 2010, el costo promedio fue de tres centavos. Esta reducción hizo que los precios de los productos manufacturados que usan esta tecnología también cayeran significativamente.
Cambio de opiniones sobre el impacto de la deflación
Después de la Gran Depresión, cuando la deflación monetaria coincidió con un alto desempleo y el aumento de los impagos, la mayoría de los economistas creían que la deflación era un fenómeno adverso. Posteriormente, la mayoría de los bancos centrales ajustaron la política monetaria para promover aumentos consistentes en la oferta monetaria, incluso si promovían la inflación crónica de precios y alentaban a los deudores a pedir prestado demasiado.
El economista británico John Maynard Keynes advirtió contra la deflación ya que creía que contribuía al ciclo descendente del pesimismo económico durante las recesiones cuando los propietarios de los activos veían caer sus precios, y así reducían su disposición a invertir. El economista Irving Fisher desarrolló una teoría completa para las depresiones económicas basada en la deflación de la deuda. Fisher argumentó que la liquidación de las deudas después de un shock económico negativo puede inducir una mayor reducción en la oferta de crédito en la economía, lo que puede conducir a una deflación que a su vez ejerce aún más presión sobre los deudores, lo que lleva a aún más liquidaciones y una espiral depresión.
En los últimos tiempos, los economistas han cuestionado cada vez más las viejas interpretaciones sobre la deflación, especialmente después del estudio de 2004 de los economistas Andrew Atkeson y Patrick Kehoe. Después de revisar 17 países en un período de 180 años, Atkeson y Kehoe encontraron 65 de 73 episodios de deflación sin recesión económica, mientras que 21 de 29 depresiones no tuvieron deflación. Ahora, existe una amplia gama de opiniones sobre la utilidad de la deflación y la deflación de precios.
La deflación cambia el financiamiento de deuda y capital
La deflación hace que sea menos económico para los gobiernos, las empresas y los consumidores utilizar el financiamiento de la deuda. Sin embargo, la deflación aumenta el poder económico de la financiación de capital basada en el ahorro.
Desde el punto de vista de un inversor, las empresas que acumulan grandes reservas de efectivo o que tienen relativamente poca deuda son más atractivas en una situación de deflación. Lo contrario es cierto para las empresas altamente endeudadas con pocas tenencias de efectivo. La deflación también alienta los rendimientos crecientes y aumenta la prima de riesgo necesaria en los valores.
Casos contemporáneos de deflación
Recientemente economías desarrolladas se han enfrentado a casos de deflación: Suecia desde los 2000, con una deflación del 20% y Japón desde los noventa hasta la fecha con una deflación del 25%.
El caso de Suecia ha sido particularmente raro, porque mientras las autoridades monetarias luchaban contra la caída general de los precios, el precio de la vivienda se triplicaba.
En el caso de Japón se ve una desaceleración importante de la demanda en la medida en que la población envejece y gasta menos en bienes suntuosos o de entretenimiento. Sin embargo, esta no es la causa de la deflación, esta se origina en los años ochenta en medio de una burbuja de producción constante, exceso de oferta, que finalmente no pudo ser compensado por la demanda interna. El primer ministro japonés Sinzho Abe ha diseñado toda una política para combatir la deflación y sacar al país del estancamiento económico que ha sido llamada Abenomics.
En ambos casos, Suecia y Japón, los bancos centrales han optado por políticas monetarias de tipo expansionista, aumentando la oferta de dinero circulante y haciendo más fácil obtener créditos para el consumo.
Con información de Expansión y El economista.