Una frágil economía global, el gran desafío para las instituciones financieras multilaterales en 2023
Las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional de este año tienen lugar del 10 al 16 de abril. El Financial Times examina cuáles son los desafíos de estas entidades ante la grave situación de crisis que enfrenta la economía global.
En los últimos tres años, la economía mundial ha estado sujeta a una serie de shocks sin precedentes, afirma el Financial Times.
Después de que golpeó la pandemia, la invasión a Ucrania por parte de Rusia trajo una interrupción adicional. Ambos eventos contribuyeron a una crisis del costo de vida, con los bancos centrales elevando rápidamente las tasas de interés para contener la inflación galopante.
Podría decirse que el sistema económico internacional ha mostrado una resiliencia notable. Los pronósticos más pesimistas de una crisis financiera a gran escala y una cadena de impagos de deuda por parte de los países de bajos ingresos se han evitado hasta ahora. Pero la economía global está muy golpeada. El FMI proyecta las perspectivas de crecimiento mundial a mediano plazo más débiles en más de 30 años. Los encargados de formular políticas reunidos en las reuniones de primavera del Banco Mundial/FMI esta semana tienen mucho trabajo por delante para estabilizar la economía mundial y encaminarla hacia una senda de mayor crecimiento.
El FMI prevé un crecimiento mundial del 2,8% este año, ligeramente por debajo de las expectativas de enero. También indica un 25 por ciento de probabilidades de que el crecimiento caiga por debajo del 2 por ciento. De hecho, las presiones sobre los precios están demostrando ser más persistentes de lo previsto y las condiciones económicas se han vuelto más frágiles. Un alto funcionario del FMI advirtió sobre los riesgos “graves” para el sistema financiero mundial, y se espera que muchas economías avanzadas estén inactivas este año, ya que las altas tasas de interés reducen el crédito. Volver a encarrilar la economía mundial significará lidiar con varios riesgos apremiantes.
Aunque ha vuelto algo de calma al sistema bancario tras el colapso de tres bancos estadounidenses y la adquisición de emergencia de Credit Suisse por parte de UBS en marzo, los mercados financieros siguen en terreno inestable.
Los bancos centrales podrían llegar pronto al final de este ciclo de aumento de tasas, pero la rápida reversión de una década de dinero barato está dejando ver toda una serie de vulnerabilidades. Existen preocupaciones sobre el impacto de las altas tasas de interés en los bienes raíces comerciales y el sector no bancario. Los banqueros centrales se enfrentan a un acto de equilibrio: deben limitar una mayor inestabilidad y garantizar que la alta inflación no se arraigue.
Al mismo tiempo, los costos de endeudamiento más altos están golpeando a los países en desarrollo que han acumulado enormes deudas para hacer frente a la pandemia y los altos precios de los alimentos y la energía, exacerbados por un dólar fuerte.
Alrededor del 60 por ciento de los países de bajos ingresos corren un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en situación de sobreendeudamiento. Los países más pobres también se enfrentan a los pagos más altos por el servicio de la deuda externa en 25 años.
La elevada carga de la deuda complica la tarea de los países en desarrollo, que necesitan más de 2 billones de dólares al año para 2030 para reducir las emisiones de efecto invernadero y hacer frente a los daños del cambio climático. Impulsar los esfuerzos para abordar el calentamiento global es fundamental para evitar que las personas de los países pobres caigan más en la pobreza y para impulsar el crecimiento y la creación de empleo.
Los riesgos geopolíticos también están socavando las perspectivas globales. El FMI considera que el costo a largo plazo de la fragmentación del comercio, como resultado de las tensiones entre EE. UU. y China, podría rondar el 7 % del PIB mundial. Las barreras al comercio, la inversión y la transferencia de tecnología limitarían el crecimiento, particularmente en los países más pobres.
Los formuladores de políticas públicas deberán mitigar estos riesgos. Los reguladores deberán permanecer atentos a los efectos colaterales de las altas tasas de interés; la reciente crisis bancaria también debería ser una llamada de atención para mejorar la regulación bancaria y no bancaria.
Existe la esperanza de que en las reuniones del FMI y el Banco Mundial sea posible avanzar en un marco para reestructurar la deuda del mundo en desarrollo de manera ordenada entre los acreedores, incluida China. Los esfuerzos para movilizar más financiamiento para el cambio climático de las instituciones financieras internacionales, tanto a través de un uso más eficiente de sus balances como a través de asociaciones con el sector privado, también son vitales. Los desafíos complejos y conectados que enfrentan los países requieren una respuesta global ambiciosa y cooperativa. Las reuniones de esta semana son un momento crucial para poner eso en marcha.
Con información del Financial Times.