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Historia

Qué fue el 11S y cuáles fueron sus consecuencias económicas

11 de septiembre de 2001

El 11 de septiembre de 2001 cuatro aviones secuestrados por terroristas pertenecientes a la red de grupos yihadistas Al-Qaeda fueron convertidos en misiles de ataque contra varias infraestructuras estadounidenses, entre ellas el Pentágono y las Torres Gemelas del World Trade Center.

Los atentados fueron cometidos por 19 miembros de Al-Qaeda, divididos en cuatro equipos de secuestradores, cada uno con un piloto suicida que se encargaría de estrella el avión secuestrado contra su objetivo. La autoría intelectual de este ataque se atribuye a los líderes de Al Qaeda, Osama Bin Laden (dado de baja en una operación del gobierno estadounidense en Pakistán varios años más tarde), y Aymán al Zawahirí (actual líder de Al-Qaeda).

Los primeros aviones en lograr sus objetivos fueron el vuelo 11 de American Airlines y el vuelo 175 de United Airlines, ambos se estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center, dejando 3016 muertos y más de 6000 heridos.

Los atentados fueron condenados por la comunidad internacional como un “horrendo ataque” y se caracterizaron por el uso de aviones comerciales como armamento.

Motivaciones

La red terrorista Al Qaeda (en árabe ‘La base’) es un grupo de células terroristas que operan en Asia Central desde los años ochenta, cuando la Unión Soviética (un régimen ateo) invadió Afganistán. En respuesta a la invasión a Afganistán, los países árabes y Estados Unidos, con la asesoría de la CIA, reclutaron grupos de milicianos locales y de Medio Oriente, dispuestos a luchar contra la invasión soviética. Osama Bin Laden brindó su apoyo a Estados Unidos, e incluso varios líderes del movimiento talibán estuvieron en la Casa Blanca en 1985 buscando el apoyo de Ronald Reagan para repeler la agresión soviética.

Luego de la derrota soviética en Afganistán, Al-Qaeda olvidó rápidamente a su aliado occidental y le declaró la guerra, organizando varios ataques en las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania en 1998. Osama Bin Laden consideró a Estados Unidos como un régimen secular e impío, que además no retiró sus tropas en Oriente Medio luego de la guerra del Golfo, cuando Sadam Hussein invadió Kuwait, algo que Al-Qaeda consideraba como una blasfemia contra los lugares santos de Arabia Saudí. En este contexto, el fundamentalismo islámico desempeñó un papel importante como motivador de los ataques del 11 de septiembre de 2001, señalando a Estados Unidos como un régimen secular y cuya influencia estaba empezando a “corromper” al mundo islámico”.

Efectos económicos inmediatos de los ataques

Como resultado de los ataques terroristas, la Reserva Federal de Estados Unidos redujo sus contactos con los bancos comerciales y de inversión y paró la oferta de dinero, debido a la falta del equipo perdido en el distrito financiero de Nueva York. Los índices bursátiles estuvieron cerrados desde el 11 de septiembre hasta el 17 de septiembre. Los daños en las redes telefónicas impidieron el funcionamiento de Wall Street.

Cuando los mercados bursátiles volvieron a abrir el 17 de septiembre de 2001, el índice Dow Jones cayó 684 puntos (un 7.1 por ciento). Hacia el fin de semana el Dow Jones perdió en 14.3 de su valor.

Las pérdidas en el sector aéreo fueron altamente significativas: el espacio aéreo fue cerrado por varios días por primera vez en la historia. Tras la reapertura del espacio aéreo, las compañías sufrieron una gran disminución de sus ganancias. Las estimaciones indican que el negocio perdió el 20% de su tamaño y los problemas económicos de las compañías aéreas se agravaron, con lo cual llegó una crisis económica.

Efectos económicos durante la década de los 2000

Luego de los ataques, la economía entró en una fase de recesión desde 2001, debido a la inseguridad y la desconfianza en Occidente. La gente evitaba salir a los centros concurridos y realizar compras, del mismo modo que evitaban los vuelos, tanto dentro de Estados Unidos como hacia el extranjero.

Con la llegada de la crisis económica tras los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos buscó la forma de revitalizar la economía mediante la expansión del crédito y la oferta monetaria, así como bajadas de impuestos y desregulación financiera para estimular los mercados.

Las medidas tomadas tuvieron efectos negativos en el déficit público, pero lograron apuntalar los mercados de forma suficiente como para que la economía volviera a su normal funcionamiento. Sin embargo, la expansión del dinero barato llevó a una alta especulación financiera que terminaría en la burbuja inmobiliaria de 2008 y en una nueva crisis financiera, denominada la Gran Recesión.

Decisiones políticas e impacto económico

Como consecuencia de los ataques terroristas, Estados Unidos entró en una fase de intervencionismo global bajo la administración de George W. Bush. Se declaró la guerra a Afganistán, país en el que se creía que se refugiaba Osama Bin Laden. Del mismo modo se lanzó una política de “Guerra Preventiva”, siendo secretario de Estado Colin Powell y Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, que llevó a Bush a declarar que Iraq poseía armas de destrucción masiva que podían alcanzar a Estados Unidos, información falsa.

En este sentido la política militar de Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre se dirigió hacia un fuerte intervencionismo en Oriente Medio, con guerras en dos frentes: Afganistán e Iraq. Inicialmente se pensó que estas serían “guerras relámpago”, pero pronto se demostró que las guerras se prolongarían en el tiempo, agravando las tensiones en la región y llevando el precio del petróleo (commodity fundamental en el desarrollo de Oriente Medio) al alza. Durante la década de los 2000 el precio del barril de petróleo fue de los 25 dólares hasta llegar a los 146 dólares en el 2008.

Al mismo tiempo que las guerras de Oriente Medio y la inestabilidad de esta región empujaba el precio al alza, China empezó también a demandar grandes cantidades de materias primas, desde petróleo, madera, y metales, entre otros. Como consecuencia durante esta década se vivió un boom comercial de todas las materias primas, lo que finalmente llevaría a un auge económico en América Latina que beneficiaría a los gobiernos populistas, como los de Hugo Chávez, Álvaro Uribe Vélez, Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva.

Bonanza económica

La bonanza de la década de los 2000 terminaría abruptamente con la crisis financiera de 2008 y con el comienzo de la desaceleración económica de China, lo que ha llevado a que los países emergentes que se beneficiaron del boom de materias primas tengan que replantear sus estrategias de crecimiento.

Del mismo modo, el 11 de septiembre trajo consigo un boom para la industria militar en todo el mundo. Muchos países empezaron a comprar más armamento, ya que las políticas de seguridad y antiterrorismo empezaron a ganar popularidad. Como consecuencia se destaca el fortalecimiento de las industrias militares estadounidenses, rusas, chinas y europeas. Muchas empresas empezaron a desarrollar armamento más sofisticado, del mismo modo que se incursionaba en la robótica para que los ejércitos estuvieran más preparados en el campo de batalla, especialmente en las dos guerras ya mencionadas (Iraq y Afganistán).

Consecuencias en Oriente Medio

La economía de muchos países de Oriente Medio entró en un gran boom por el alza de los precios del petróleo. Países como Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos , se vieron fuertemente beneficiados. Sin embargo, como resultado de las guerras preventivas emprendidas por la administración Bush, las economías de Afganistán e Iraq se contrajeron fuertemente. De hecho aún no se han recuperado del todo, pese a los intentos de la comunidad internacional de apoyar el desarrollo en estas naciones.

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Conclusiones:

Tras los ataques del 11 de septiembre se vio el poder desestabilizador del terrorismo en la economía, por lo que se le ha considerado como un enemigo del desarrollo. Sin embargo, las guerras provocadas por este fenómeno también han desempeñado un papel importante al brindar ciertos alivios a las economías, dependiendo si estas exportan materias primas o bienes que se encarecen como resultado de los conflictos.

El terrorismo, como fenómeno político, está lejos de llegar a su fin. Por lo cual es probable que veamos mayores disrupciones de los mercados por cuenta de su accionar. Actualmente China enfrenta la eventual amenaza del terrorismo interno, especialmente en el área occidental, donde se asienta una gran población de fe musulmán.

Con información de Mis Finanzas Para Invertir

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