Cuando el magnate de manufacturas taiwanes Terry Gou y el ex-presidente de Estados Unidos Donald Trump tomaron las palas ceremoniales en el lanzamiento de una nueva fábrica de electrónica en 2018 en Wisconsin, muchos analistas tecnológicos y ejecutivos vieron esto como el ejemplo de libro de texto de por qué los políticos no deberían entrometerse en las cadenas de suministros. Los votantes de Wisconsin pronto se dieron cuenta de que la compañía de Terry Gou, Foxconn solo invertiría en el estado porque se le habían prometido generosos subsidios y reglas medioambientales relajadas. Cuando los planes para la fábrica de Foxconn fueron dramáticamente desescalados años después, esto apareció como evidencia de que la bravuconería política no podía superar a las fuerzas y necesidades del mercado.
Cinco años después, sin embargo, las intensificadas tensiones entre China y Estados Unidos por el dominio tecnológico – y especialmente en el campo de los semiconductores – han transformado completamente las cadenas globales de suministros en formas aún lentas, pero significativas. Las instalaciones de Foxconn en Wisconsin son más pequeñas que lo que inicialmente se habían prometido, pero TSMC, la compañía más valiosa de Taiwán y el productor más grande de chips para procesadores, pronto abrirá unas nuevas instalaciones en Arizona. Previamente, casi todas las recientes inversiones de TSMC estaban en Taiwán o China. Ahora la compañía está diversificando sus centros de fabricación, construyendo nuevos laboratorios de chips en Japón y explorando la construcción de otro en Singapur también. El cambio de TSMC en su dirección está impulsado por subsidios de estos gobiernos así como por la presión política para reducir la concentración de su producción en el estrecho de Taiwán, una región del mundo que presenta muchos riesgos en términos geopolíticos por las ambiciones de China sobre la isla.
En los salones corporativos, así como en los ministerios de defensa, las preocupaciones están creciendo de que la destrucción económica mutuamente asegurada podría no tener lugar en el estrecho de Taiwán. Las compañías multinacionales han invertido muchos millones de dólares en el Norte de Taiwán y en China con la presunción de que la guerra es simplemente demasiado costosa como para que China se atreva a invadir.
Aún así, solo este año, la apuesta de Alemania en la misma tesis para asegurar su suministro de energía ha resultado terriblemente mal. Xi Jinping podría estar mucho más dispuesto que Vladimir Putin a ser disuadido del costo de la guerra. Sin embargo, como el desastre económico generado por los cierres del Covid19 ha demostrado, los líderes de China ya no solo se fijan en el crecimiento económico al momento de tomar decisiones.
Incluso los líderes corporativos que ven el riesgo de la guerra como algo remoto no pueden ignorar los cambios inmediatos de política que están siendo impulsados por la actual guerra de China y Estados Unidos en el campo de los semiconductores. Estados Unidos continúa presionando en este campo, estableciendo nuevas restricciones que limitan el acceso de China a software para la producción de chips y equipamiento.
Algunas compañías internacionales con instalaciones en China están pagando el precio por haber fallado en anticipar estas nuevas restricciones. SK Hynix, uno de los dos fabricantes más grandes de chips en Corea del Sur, ahora tiene restricciones para actualizar sus equipamientos críticos de litografía en su planta de Wuxi, en China, por lo cual no podrá producir su siguiente generación de chips allá. Parcialmente debido a esto, las firmas no chinas están cambiando sus socios de inversión.
Los subsidios también están cambiando la estructura de la industria. La atención se ha enfocado recientemente en la legislación aprobada en Estados Unidos para incentivar la producción de semiconductores, con las compañías líderes TSMC y Samsung de Corea del Sur construyendo nuevas instalaciones en Arizona y en Texas respectivamente. Europa, Japón e India están lanzando también sus propios subsidios de semiconductores. En la medida en que las locaciones de semiconductores están cambiando en todo el mundo, la producción de chips para la fabricación y suministros, también lo hará.
Sin embargo, el programa más grande de subsidios para semiconductores se encuentra en China, donde el gobierno nacional, así como las autoridades provinciales y locales, continúan lanzando fondos en la industria de chips. Una ola de nuevas instalaciones para la producción de procesadores y chips de bajo costo está por llegar al mercado, la cual deprimirá los precios en este segmento y extenderá las acusaciones de dumping en las disputas comerciales.
De forma más inmediata, los subsidios gubernamentales de China para Yangtze Memory Technologies Corporation (YMTC), un productor de chips de memoría Nand, parecen estar dando sus frutos hoy. Apple está considerando usar los chips de esta compañía en sus nuevos teléfonos. Previamente este tipo de chips eran comprados a compañías de Corea del Sur, Estados Unidos o Japón.
Los subsidios de China y la presión de Estados Unidos en el mercado de chips asiático están forzando a cambiar las líneas del mercado. Apple, cuyas finamente ajustadas cadenas de suministros dieron forma a cómo la industria entera obtenía sus componentes clave, está incrementando su ensamblaje de dispositivos en Vietnam e India. La señal más grande es que Apple podría usar diferentes componentes para los teléfonos que vende en el mercado chino de los que vende en el mercado internacional. Apple le ha dicho a los legisladores de Estados Unidos que solamente usará chips de memoria de YMTC en los teléfonos que vende en China. Operar con cadenas de suministros de forma separada en China y en territorios “No China” es la definición de desacoplamiento.
Con información del Financial Times.