Una historia del crédito y sus repercusiones en la economía moderna.
La historia del crédito se remonta a las comunidades primitivas, que segun los relatos convencionales usaban el trueque como forma de intercambio y valor, en la medida que la complejidad de los sistemas económicos no era tan alta.
Sin embargo, aunque el relato de la economía liberal señala la deuda o el crédito como una construcción que surge después de la invención del dinero fiduciario, muchos estudiosos han venido esta perspectiva. Uno de ellos es el antropólogo estadounidense David Graeber.
El inicio del superávit económico
A raíz de la revolución agrícola del neolítico, alrededor del año 8000 A.C., empiezan a crearse los primeros superávits o excedentes en la economía, lo cual quiere decir que la producción era suficiente para satisfacer las necesidades de la población y se generaba una especie de ahorro en forma de bienes que debía ser guardado y depositado en instituciones de confianza.
Sin embargo, antes de que esto sucediera se debe comprender que las economías primitivas no tenían concepto de crédito o de deuda, sus sistemas de intercambio y de favores se basaban en el trueque y en la economía del regalo o solidaridad. Cuando alguien hacía un favor a otro, ese otro terminaba «debiendo» ese favor que podía retornar o no, pero en cantidades que no eran cuantificables. El “te debo una” pronto sería reemplazado por «te debo una cantidad de…».
Las primeras deudas
En la medida en que las sociedades agrícolas se vuelven más complejas, se crean superávits económicos y autoridades estatales que con la ayuda de la escritura, 3000 A.C., empiezan a llevar registros de esos superávits y emiten certificados de depósito de bienes en los graneros en formas de monedas. Una moneda otorgada a un agricultor podía significar que este tenía en el granero del rey una cantidad de 100 libras de trigo, por ejemplo. Esto quería decir que el rey le debía a ese granjero las 100 libras de trigo.
La llegada de las monedas y el uso de los registros escritos marca en inicio de la deuda, en la medida en que se puede cuantificar los servicios y bienes que se deben a quien tiene el certificado de valor (moneda) en su poder. Así también surge el dinero como una forma de llevar el registro de lo que se debe a alguien y como forma para simplificar los intercambios en la sociedad para superar el trueque y sus inconvenientes.
La moneda como unidad de intercambio
Las primeras monedas de la historia fueron en metales como el oro, la plata y el cobre, ya que su escasez los hacía atractivos y eran fáciles de transportar. Luego de que el dinero fuera utilizado como unidad depositaria de valor para garantizar el pago de las deudas físicas (en trigo, alimentos, favores, servicios militares), al poder usado para respaldar deudas de diverso tipo se empezó a utilizar como unidad de intercambio como unidad de valor estándar- puesto que respaldaba el pago de múltiples deudas.
Entre las primeras monedas de la historia tenemos los siclos, las minas, los dracmas, los dáricos y los talentos de plata y de oro que eran ampliamente utilizados en el mundo asiático.
Una historia alternativa del crédito y del dinero
En su libro En Deuda, el antropólogo estadounidense David Graeber plantea que el crédito está en el origen de todo el sistema financiero mundial, incluso mucho antes de que existiese el dinero mismo o el trueque.
En Deuda de Graeber se ha planteado como una historia alternativa de la economía mundial, sin embargo, a pesar de no inscribirse en la línea de pensamiento tradicional, su planteamiento es muy convincente. En este libro Graeber señala que la deuda antecede a toda forma de dinero, incluso al dinero fiduciario y el trueque. La deuda desde la perspectiva histórica que establece Graeber es concebida como una obligación moral, como un pecado y al mismo tiempo como una herramienta del desarrollo económico.
Las deudas fueron la primera forma en la que se estableció el dinero, ya que sirvieron como el primer instrumento de unidad de cuenta, al mismo tiempo fueron unidades de intercambio y en la medida en que no se pagaban, servían como obligaciones que se endosaban de un portador a otro.
Así mismo, las deudas siempre han involucrado el establecimiento de instituciones, bien sean estas las familias, los reinos, las leyes como la sharia islámica, la prohibición de la usura en el cristianismo medieval o las regulaciones en los estados modernos que previenen el endeudamiento excesivo.
Si lo pensamos bien, el dinero moderno que todos manejamos es un tipo de deuda. Para situarnos en perspectiva, Graeber nos da un ejemplo sencillo:
Un hombre llamado “Carlos” necesita comprar algún artículo, pueden ser un par de zapatos. Suponiendo que no exista un medio de pago como el dinero en efectivo, Carlos se compromete con el zapatero a pagar el equivalente de los zapatos en 10 libras de harina. Sin embargo, Carlos no tiene las 10 libras de harina en el momento, por lo que emite un documento en el que se compromete a pagar las 10 libras de harina al zapatero.
Al cabo de un tiempo el zapatero se olvida de la deuda y requiere comprar alguna cosa en el mercado. Podemos suponer que son cuatro libras de carne. Como el zapatero no tiene dinero, le da al carnicero el certificado de deuda de Carlos y le dice que cuando lo desee podrá cobrarle a Carlos el equivalente de la carne en libras de harina (las 10 libras de harina que debe Carlos). El certificado de la deuda puede comerciarse de forma indefinida siempre y cuando todos tengan la confianza en que Carlos cancelará su deuda en algún momento. Paradójicamente para que el sistema funcione, es preciso que nadie nunca cobre de nuevo la deuda original a Carlos.
En este mismo sentido, los bancos centrales actúan como emisores de deuda cada vez que, por medio de las imprentas nacionales, crean dinero. Todo el dinero que se crea en la economía es la garantía o una especie de certificado que alguien en algún momento nos devolverá un valor similar al que portamos en nuestros billetes, monedas o cuentas de ahorro.
La deuda, desde la perspectiva de Graeber, y como unidad que da origen al dinero moderno, se basa fundamentalmente en las relaciones de confianza que pueden surgir entre los individuos. Sin confianza o sin instituciones como los estados que nos den la seguridad de que las deudas serán pagadas, sería bastante difícil crear relaciones sociales que dieran lugar a amplios flujos monetarios y con ellos al desarrollo económico que estos mismos flujos conllevan.
Por estas razones, las deudas son un elemento necesario para el desarrollo actual de las economías capitalistas, incluso para el mismo desarrollo de economías mixtas o economías dirigidas como las socialistas.
Desde una perspectiva crítica, también es importante considerar, nos señala Graeber, que la historia del crédito siempre ha estado marcada por toda una serie de abusos y catástrofes morales de gran envergadura. No ha sido infrecuente que incluso múltiples seres humanos hayan sido comprados como unidades de deuda o de dinero. El tráfico de personas, los pagos de dotes en las sociedades primitivas y la esclavitud misma han contribuido a la deshumanización de las instituciones en donde lo que se estableció fue siempre la prevalencia de los intereses de los acreedores.
Teniendo a la historia como un referente, la invitación de Graeber en su libro es a que nos cuestionemos sobre el papel de las deudas en nuestras vidas. Por ejemplo, las deudas deberían servir al desarrollo de las naciones y cuando esto no es así, debería cuestionarse el principio de la prevalencia de los intereses de los acreedores. Instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, así como los grandes inversores en deuda internacional, podrían desempeñar un papel más activo en el desarrollo de las naciones si en lugar de adjudicar al pago de la deuda un carácter moral, es decir en vez de concebir su pago como un deber sagrado, considerarán a las deudas como una herramienta para ayudar a todos aquellos que por alguna u otra razón ven sus recursos inmediatos seriamente limitados.
La palabra crédito- Concepto
La palabra crédito tiene su origen etimológico en el latín credititus, que a su vez proviene del verbo credere, que significa creer o cosa confiada. En este contexto el crédito nace como confiar y creer en algo o alguien al otorgarle un bien o dinero para su cuidado; como los agricultores que confiaban sus cosechas de trigo en los graneros y a cambio recibían una moneda o certificado de depósito. Con el tiempo las mismas monedas se convirtieron en objeto de crédito por su capacidad para ser intercambiadas fácilmente.
El crédito, desde la antigüedad es una transacción entre dos partes, en la que una confía a la otra una determinada suma de dinero por un plazo determinado y con un interés pactado de acuerdo al tiempo en el que se presta el dinero.
El crédito con interés
Ya que confiar una suma de un bien o dinero a alguien significaba siempre un riesgo, los prestamistas empezaron a colocar un interés sobre los préstamos que hacían. En la antigua roma el crédito con interés era una práctica común y no estaba regulada por ningún tipo de autoridad, por lo que era frecuente que quienes se endeudaban terminarán pagando altas tasas de interés, incluso con su vida o propiedades o siendo esclavizados.
Se dice que el asesino de Julio César, Bruto, concedía créditos al «módico» interés del cuarenta y ocho por ciento.
El dinero en la medioevo y aparición del sistema bancario
Con la llegada del cristianismo a Europa, los créditos con interés empiezan a ser visto como algo pecaminoso, puesto que se consideraba que el dinero no tenía valor en sí, sino que era una unidad para el intercambio de valor.
Al ser algo que se veía con malos ojos por la sociedad cristiana, los únicos que se dedicaban a los créditos con interés eran los judíos, no sin provocar rechazo y desdén – y también un fuerte sentimiento antisemita.
Poco a poco las juderías se convierten en núcleos del sistema bancario y algunas familias cristianas como los Medici también incursionan en el negocio, logrando acumular grandes fortunas.
Al tiempo, la orden católica de los Templarios incursiona en el negocio de la banca, otorgando créditos a familias, comerciantes, nobles e incluso reyes, convirtiéndose en una de las organizaciones más poderosas de su época debido a su habilidad para gestionar el dinero de forma eficaz.
La iglesia católica flexibiliza con el tiempo su postura hacia el crédito y también se convierte en cliente habitual de estas entidades, debiendo grandes sumas de dinero a estas familias de banqueros para financiar la construcción de iglesias y la basílica de San Pedro. La historia del crédito adquiere un impulso debido a la complejidad que van tomando las instituciones políticas, económicas y religiosas del Siglo XVI.
El dinero como inversión
Pronto los créditos dejarían de ser usados para cubrir simplemente las necesidades básicas y los sistemas bancarios, gobernados por familias adineradas empiezan a distinguir entre los créditos por necesidad, por los que se cobraba intereses menores y los créditos para la inversión y el riesgo (en actividades comerciales y empresariales de todo tipo) por el que se cobran intereses más elevados.
Enrique VIII es una de las primera figuras de la historia que se preocupa por los préstamos abusivos y empieza a regular los intereses en los créditos, estableciendo el delito de usura para aquel que cobrará una tasa superior al diez por ciento mensual. La Reina Isabel renovó la ley de Enrique VIII, pero es Jacobo I quien reduce la tasa de usura al ocho por ciento, para posteriormente ser limitada al cinco por ciento. La regulación de los intereses es uno de los aspectos fundamentales de la historia del crédito.
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Con el fortalecimiento de las instituciones comerciales tras los procesos de conquista del Nuevo Mundo y el comercio con Asia, así como el surgimiento de grandes compañías como la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, empieza a existir una mayor necesidad de crédito para diversas aventuras comerciales, del mismo modo que para el financiamiento de las grandes guerras que vivió Europa en el siglo XVII.
En este escenario surgen los primeros grandes bancos como el Banco de Suecia y el Banco de Inglaterra- centrales en la historia del crédito – los primeros bancos modernos del mundo, que se ocupan del proceso de acuñar la moneda y prestarla por medio de contratos con los deudores en plazos pactados y a una tasa de interés por determinado tiempo.
El papel de la reserva fraccional en el desarrollo del crédito y de la banca moderna
El sistema de reserva fraccional, en el cual los bancos mantienen solo una porción del dinero que los depositantes ahorran, mientras prestan o invierten lo demás, ha tenido una gran influencia en el desarrollo de la economía y de las finanzas contemporáneas.
Este sistema incluso antecede a los bancos centrales, trazando su existencia a los primeros bancos que emitieron papel moneda, como el Banco de Amsterdam en 1609 o el Banco de Estocolmo en 1656.
En el siglo XIX, periodo conocido como el de la “banca libre” en Estados Unidos y en el que los bancos estaban escasamente regulados, proliferaron la emisión de unidades de dinero sin respaldo por parte de los bancos. El riesgo de esta emisión monetaria sin dinero de respaldo generó que quienes tenían dinero emitido por la banca no pudieran redimir los billetes bancarios en dólares cuando los bancos quebraron.
En la actualidad, la mayoría de los bancos del mundo están obligados a poseer una reserva fraccionaria de al menos el 5% o el 10% de los depósitos de los ahorristas, esto con el fin de prevenir la especulación financiera y la creación ilimitada de dinero sin respaldo.
Aún así, que los bancos deban tener solo el 5% o el 10% de los depósitos de los ahorristas es algo que les permite crear dinero prácticamente de la nada. En el caso de que un ahorrista tenga por ejemplo 100.000 dólares en un banco, el banco podrá prestar 90.000 dólares, manteniendo así dos cuentas de dinero, una que afirma que en el banco efectivamente hay 100.000 dólares y otra que sostiene que el banco ha prestado 90.000 dólares. Gracias a este mecanismo de reserva fraccionaria o fraccional, el banco puede crear dinero y estimular el desarrollo económico de una sociedad.
El problema de esto puede surgir en el caso de que todos los ahorristas decidan ir al banco a reclamar el dinero que le confiaron. En dicho caso el banco no tendría cómo responder, ya que el dinero real, físico, no está dentro del banco y solo figura en la entidad como una cuenta. Esta posible situación ha sido prevista por los bancos centrales y entidades regulatorias y es por esto que exigen a los bancos que mantengan en sus reservas ese monto fraccional de entre el 5 o el 10%, en ocasiones es más. De la misma manera, cuando la emisión del crédito se vuelve descontrolada y amenaza con crear burbujas financieras o crisis económicas, los bancos centrales suben sus tasas de interés limitando la oferta de crédito circulante y limitando los efectos inflacionarios o especulativos.
En el siguiente vídeo de Óscar Vara podemos ver una mirada al concepto de la reserva fraccionaria y a su influencia en el funcionamiento del crédito.
El papel del crédito en las crisis financieras
La emisión de crédito desmesurada puede conducir al desarrollo de crisis financieras de grandes dimensiones. Uno de los ejemplos más recientes y de mayor impacto es la crisis financiera de 2008 en los Estados Unidos, la cual dio lugar a la Gran Recesión. Varios años antes de la crisis, cerca del 2001, la Reserva Federal de los Estados Unidos había rebajado sus tasas de interés a montos mínimos con el fin de estimular el desarrollo económico. Sin embargo, los bancos tradicionales, en lugar de destinar ese dinero a otorgar créditos para actividades productivas, lo usaron para la emisión de dinero barato y fácil para todas aquellas personas que deseaban comprar una vivienda, incluso aunque fueran deudores de alto riesgo.
En términos sencillos se puede decir que los bancos prestaron grandes cantidades de dinero a personas que no podían pagarlo, y a partir de los créditos creados desarrollaron instrumentos financieros más complejos como las hipotecas subprime que comenzaron a comerciar en el mercado secundario. Cuando en el 2007, los inversores se dieron cuenta de que las hipotecas subprime no tenían ningún valor, porque los deudores no iban a pagar, vendieron sus activos masivamente generando un colapso total de la economía.
La crisis financiera de 2008 obligó al gobierno de los Estados Unidos a pensar más activamente en su papel como regulador del sistema financiero y llevó a la promulgación de la ley Dodd Frank con el fin de proteger a los consumidores financieros, limitar la creación del crédito y prevenir los abusos de la banca.
Este evento nos recuerda que aunque el crédito puede ser importante para fomentar el desarrollo económico, también es importante regularlo con el fin de no causar ciclos financieros caóticos en los que los precios de los activos se sobre aprecian de manera artificial para luego presentar caídas masivas en su valor.
Las finanzas y los microcréditos entran en escena en el siglo XX
Uno de los desarrollos modernos más interesantes en el mundo de la banca y el crédito es el microcrédito. Los microcréditos se popularizaron a finales del siglo XX gracias al empresario Muhammad Yunus. Yunus creó la Fundación Grammen Bank con el fin de hacer de los créditos una realidad más accesible para los más pobres.
Los microcréditos son préstamos de bajo monto a cuotas de interés ligeramente más altas que las de la banca tradicional y que les permiten a las personas que viven en condiciones de pobreza extrema mejorar notoriamente sus perspectivas de vida.
El hecho innovador con los microcréditos es que los pobres no podían ofrecer garantías de pago a los bancos grandes y por esto ellos no les prestaban dinero. Pero Yunus desarrolló entidades financieras que se encargaban de conocer a los pobres en las zonas donde vivían y que se comprometieran a reducir la tasa de morosidad entre los más pobres.
A pesar de los pronósticos negativos, las personas pobres lograron el pago de sus deudas y Grammen Bank alcanzó un gran reconocimiento mundial por su papel en la lucha contra la pobreza. En el año 2006 Muhammad Yunus y el Grammen Bank recibieron el Premio Nobel de la Paz por impulsar los microcréditos como una herramienta para combatir la pobreza.
Hoy los microcréditos se encuentran extendidos en todo el mundo y miles de instituciones, entre ellas los neobancos han avanzado con proyectos de una banca más inclusiva que favorece la inclusión financiera de los más pobres.
A escala mundial, la popularización del microcrédito es un hito importante en la historia del crédito.
La banca actualmente
Más recientemente, por la necesidad del dinero como forma de financiar las últimas tres revoluciones industriales, los bancos y los sistemas de créditos se vuelven un aspecto central de las economías modernas. En este escenario, los bancos se convierten en los aliados de las empresas al facilitar dinero que no existe en el presente de la economía, pero que puede ser respaldado por la producción futura de una empresa, así como por las ganancias que esta generará.
Las revoluciones industriales son muy importantes en la historia del crédito, puesto que hacen que se incremente la necesidad de dinero al producir un mayor número de productos beneficios económicos.
Así surgen grandes instituciones bancarias como la banca de la familia Rothschild, el Banco de Francia fundado por Napoléon Bonaparte, la Reserva Federal de los Estados Unidos, J.P. Morgan, El Deutsche Bank, Bank of America, entre innumerables instituciones más que han prosperado debido a la centralidad del dinero como forma de inversión a futuro para obtener beneficios e incrementar los superávits de las empresas, familias, estados y demás instituciones de la sociedad.
El nuevo capítulo de la historia del crédito
Tras los años 2010 y con la llegada de nuevos instrumentos financieros como las criptomonedas (2008) y activos digitales como los NTF (En los 2020), el papel de la banca en el mundo moderno ha tenido que ser replanteado. Hoy los bancos tradicionales ya no poseen el monopolio para generar créditos. Muchas personas pueden solicitar hoy créditos a entidades no convencionales como los exchanges de criptomonedas o los neobancos.
Precisamente entidades como los neobancos son las empresas que mayores desafíos presentan para los bancos tradicionales. Compañías como Nubank prestan sus servicios de crédito totalmente en línea, lo cual les permite abaratar costos y hacer más eficiente la distribución de dinero en la economía.
Muchos bancos ya han comenzado a migrar sus servicios a las opciones digitales y han creado entidades financieras subsidiarias que funcionan completamente en línea, tal es el caso de entidades como Nequi, una compañía subsidiaria del grupo Bancolombia. Así mismo entidades como Lulo Bank, también en Colombia, surgieron tras el desarrollo de entidades de banca tradicional, como el banco GNB Sudameris.
Los procesos de digitalización de los servicios bancarios y la entrada de nuevos jugadores a la competencia, los cuales han empezado a derribar poco a poco los oligopolios de banca tradicional, pueden terminar creando una mayor eficiencia en el mercado del crédito y hacer más inclusiva su participación para sectores de la sociedad que tradicionalmente habían sido excluidos del mundo financiero.
Con información de BBVA