Algunas personas son inconmensurablemente ricas. Según la Revista Forbes, Jeff Bezos es la persona más rica del mundo en este momento, con una riqueza neta de 123.000 millones de dólare es superior al producto interno bruto de varios países. Si Jeff Bezos y las 66 personas más ricas del mundo juntaran su riqueza, algunos estiman que esa riqueza sería mucho más que la riqueza neta de las 3.500 millones de personas más pobres del planeta.
Seguramente en nuestro mundo moderno, donde la tecnología nos capacita con la posibilidad de crear una gran riqueza, podríamos pensar que estamos viviendo con los individuos más ricos de la historia. La verdad sea dicha, es que esto no es así. Estimar la riqueza de las eras pasadas es difícil porque significa que la riqueza varía ampliamente de época a época, ¿Cómo valoramos la tierra que poseían los emperadores persas? ¿Al multiplicar el peso en onzas del tesoro de Gengis Khan por US$1.343 (El precio más reciente de la onza) realmente nos dice que su riqueza era la más grandiosa de todos los tiempos? En economías donde no había tal cosa como el dinero fiduciario, los impuestos eran tasados en trigo y la literatura de ese tiempo era lo que para nosotros es hoy la ciencia espacial, convertir todo esto en dólares es un ejercicio de especulación salvaje.
Marco Licino Craso
Pero eso no hace al asunto menos divertido. Tomemos por ejemplo a Marco Licino Craso, con una riqueza neta estimada en 2 trillones de dólares. El inversor original en valores, el compró franjas enteras de tierra en Roma cuando estaban en fuego y solo envió a su ejército de esclavos y constructores a apagar las llamas si los propietarios pagaban por ello. Cuando Espartaco lideró una rebelión en el 73 A.C., Craso personalmente desplegó dos legiones. La leyenda que él tiene, dice que Craso murió cuando oro derretido fue vertido en su boca, un símbolo potente de su sed por la riqueza.
Rockefeller y J.P. Morgan
No tenemos que ir tanto tiempo en la antigüedad para encontrar gente con riquezas verdaderamente astronómicas. John D. Rockefeller tenía una riqueza estimada entre 400.000 y 650.000 millones de dólares, mucho más de lo que posee hoy Jeff Bezos. J.P. Morgan – el hombre, no el banco – era el prestamista de último recurso en Estados Unidos antes de que la Reserva Federal fuera establecida y estabilizó la economía por medio de un préstamo masivo al gobierno, siguiendo el pánico de 1893.
Pero en vez de tratar de medir la riqueza en términos absolutos, tal vez es mejor mirar a quien, en su propio tiempo y lugar, era tan rico que podía personalmente definir el valor de la moneda. En toda la historia solamente existen dos personas que controlaban tanta riqueza en términos relativos a la riqueza de los demás que el solo hecho de gastarla (de manera voluntaria o no) podría enviar la economía del mundo conocido al abismo.
Mansa Musa
En el año 1324, Mansa (‘Emperador’) Musa del Imperio de Malí fue a la hajj, la peregrinación musulmana a la Meca. Su corte consistía de 60.000 personas y el oro que llevaba se vertió a través del mundo mediterráneo. Se dice que cada persona llevaba barras de oro de 2 kilos de peso. Musa construía, según la leyenda, una mezquita cada viernes por cada sitio que pasaba en su peregrinación, regalaba oro a los pobres y bañaba las ciudades con polvo de oro. El gastó tanto oro en el Cairo y Medina, que el flujo constante de dinero hacía que los precios de las cosas allí subieran todos los días.
Dándose cuenta de que él personalmente había causado una ola de hiperinflación, se embarcó en un programa de alivio cuantitativo , poniendo todo el oro del Cairo en préstamos con una alta tasa de interés. Él fue un hombre que era capaz de crear ciclos macroeconómicos. Según AJH Goodwin, nadie más había pensado anteriormente sobre el tipo de influencia que un solo hombre podía tener en la economía del mediterráneo.
Atahualpa
¿Pero qué hay de las américas? En 1532, una brutal guerra de sucesión entre dos medio hermanos, Atahualpa y Huáscar, había llegado a su fin, y el imperio inca estaba empezando su proceso de recuperación. Cuando se trata del Imperio Inca, los temas monetarios son especialmente espinosos. Es la civilización más compleja y de mayor alcance que se desarrolló jamás sin ninguna influencia del mercado. No había noción del dinero. En lugar de eso el Estado estaba organizado como una unidad familiar, con el Inca (Emperador) controlando todo: comida, ropa, bienes de lujo, casas y a las personas. Como hombre, tú servías al emperador como granjero, obrero, ropero o soldado. En intercambio él te proveía de todo lo que necesitabas para sobrevivir. Incluso las esposas eran consideradas como bienes.
Cuando los conquistadores españoles emboscaron a Atahualpa en Cajamarca y lo tomaron prisionero, él fue capaz de reunir un rescate como ningún otro, llenando una sala entera con oro. Su poder era tan incuestionable que podía despojar a los templos del oro, y él lo hizo. No había nada en el imperio, en teoría, que él no pudiera poseer. Mientras que la suma es ampliamente insignificante en el contexto, la suma que él pago por su rescate equivaldría a 230 millones de dólares de hoy, en estimaciones de John Hemming. Los españoles mataron a Atahualpa igualmente, pero los miles de millones de dólares en oro que inundaron Europa durante la Conquista causaron una amplia inflación y una prolongada caída de la economía. Muchas de las vastas sumas de oro que inundaron Europa en el siglo 16 provenían del imperio de Atahualpa.
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Concluyendo
Si te impresiona la idea de que menos de 100 personas controlen tanta riqueza como la que tiene la mitad de la población de hoy, imagina cuán concentradas, la influencia y la riqueza lo eran en el pasado. Incluso si Jeff Bezos tomara las vacaciones más extravagantes, él probablemente no causaría ninguna crisis inflacionaria en ninguna región. Si alguien fuera a secuestrar a alguno de los millonarios de la lista Forbes (puede ser un ejemplo muy rudo), ¿el rescate pedido por su liberación podría enviar a todo un continente a una prolongada recesión?
Con información de Investopedia.