Un mes después de la publicación de la encíclica del Papa Francisco sobre la Fraternidad social, Fratelli Tutti, damos una mirada a lo que el Papa dijo sobre la economía y los mercados. La gran pregunta es: ¿Nos dijeron los medios la verdad? ¿Qué fue lo que realmente dijo el Papa Francisco sobre el tema de la economía de libre mercado?
*Por Philip Booth, Catedrático de Finanzas, Políticas Públicas y Ética en la St. Mary’s University de Twickenham.
Según gran parte de los medios de comunicación, el Papa Francisco ha publicado una encíclica sobre economía, refiriendose a la encíclica Fratelli Tutti (Hermanos Todos en español) publicada el 3 de octubre de 2020.
Reuters, el New York Post, el New York Times, MSN…, la lista continúa. Todos los medios tienen titulares similares como: “El Papa dice que las eonomías de goteo son un fracaso para sociedad” o “El Papa dice que el libre mercado ha fracasado durante la pandemia”. Algunos de los titulares son ciertos pero carecen de contexto. Otros son simplemente vagos.
Hay algo que el Papa Francisco sí escribió: “La pandemia ha demostrado que no todo se puede resolver con el libre mercado”. Incluso el defensor más ferviente de los mercados estaría de acuerdo con eso. Bien puede darse el caso de que sociedades con mercados que funcionan bien, como las de Europa, estén lidiando con la pandemia mejor que aquellas que no tienen mercados que funcionan bien, como las de América del Sur o la India. Sin embargo, esto no significa que los mercados puedan resolverlo todo.
El Papa Benedicto XVI afirmó en Deus Caritas Est (Dios es Amor) que incluso la sociedad más justa requiere caridad. Del mismo modo, una proporción cada vez más pequeña de partidarios de una economía de mercado no creen que una economía de mercado necesite caridad, fraternidad y un estado correctamente ordenado.
Pero centrarse en lo que Fratelli Tutti tiene que decir sobre los mercados, o incluso sobre la economía en general, sería perder el sentido de lo escrito. La encíclica es más larga que los evangelios de San Mateo y San Juan combinados y tiene solamente 100 palabras dedicadas al tema del libre mercado.
De hecho, al caricaturizar la encíclica como un ataque a la economía de mercado, los periodistas han caído en la misma trampa que la encíclica implora a la gente que evite. Gran parte de los comentarios de la prensa son exageraciones y transmiten información, pero sin sabiduría. Y, como ha señalado el mismo Papa Francisco: “El ruidoso movimiento de hechos y opiniones de los medios de comunicación es a menudo un obstáculo para el diálogo”.
En muchos sentidos, la encíclica describe aquellas actitudes, culturas e instituciones que se necesitan para complementar a los mercados de modo que la vida económica y todos los demás aspectos de nuestra vida puedan ordenarse hacia la promoción del bien común. Los negocios son una noble vocación, nos recuerda el Papa Francisco. Sin embargo, no son la única vocación.
Gran parte de la encíclica se basa en la parábola del buen samaritano que muestra cómo tenemos que estar íntimamente involucrados con los necesitados para poder dar ayuda. Dar dinero es necesario y, a menudo, puede ser lo correcto, especialmente es algo que pueden hacer de modo privilegiado aquellos que tienen mucho. Pero debemos involucrarnos verdaderamente en la vida de los necesitados si queremos obtener una satisfacción real. El Papa explica cómo debemos actuar en los niveles más concretos y locales y luego trabajar con los demás para que nuestra fraternidad se irradie hacia afuera hasta los confines de la tierra.
La encíclica también critica, como lo hace Francisco continuamente, la corrupción de los sistemas políticos que enriquece a los políticos y socava el bien común. En relación con esto, se hizo un llamado renovado para que los derechos humanos sean reconocidos a escala mundial. Esto significa, por supuesto, que tenemos que reconocer los derechos de los migrantes mientras trabajamos para evitar las injusticias que provocan la migración de muchos en primer lugar. Pero, sobre todo, la esfera política debe ser un lugar de encuentro y no centrarse en intereses inmediatos. Debe promover el bien común, ahora y en el futuro.
Curiosamente, los partidarios de una economía de mercado a menudo argumentan que el control político de la vida económica conduce al enriquecimiento de los intereses creados y se centra en el corto plazo; la acumulación de deuda pública es un ejemplo obvio. Y esto nos devuelve a la cuestión del Papa Francisco y el libre mercado. ¿Hay espacio para un mayor diálogo sobre el papel de los mercados en la promoción del bien común?
En Centesimus Annus, Juan Pablo II ensalzó las virtudes de una economía libre sustentada por el Estado de derecho y aplaudió a los países que participaron en el proceso de globalización económica. Si bien la gran mayoría de Fratelli Tutti trata sobre la creación de una mejor sociedad civil y política, es cierto que algunas de las declaraciones del Papa Francisco sobre los mercados son extremadamente despectivas.
Citando a Francisco: “El mercado, por sí solo, no puede resolver todos los problemas, por mucho que se nos pida que creamos en este dogma de fe neoliberal. Sea cual sea el desafío, esta escuela de pensamiento empobrecida y repetitiva siempre ofrece las mismas recetas. El neoliberalismo simplemente se reproduce a sí mismo recurriendo a las teorías mágicas del “derrame”o “goteo”, […], como la única solución a los problemas sociales. Se aprecia poco el hecho de que el supuesto “derrame” no resuelve la desigualdad que da lugar a nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social”.
Curiosamente, El Papa Francisco sugirió que ciertos enfoques económicos liberales se oponen a la inmigración a toda costa. Aquí valdría la pena corregir al Papa, señalando que estos enfoques no son liberales.
Personalmente paso gran parte de mi vida trabajando con economistas que creen en una economía de mercado. Cuando un economista cree que un fabricante en un país que practica el proteccionismo debería poder exportar a Gran Bretaña sin pagar un soborno o comprar una licencia de exportación, esto no es “economía de goteo” sino un enriquecimiento mutuo. Y conduce a trabajos satisfactorios y mejor remunerados en los países más pobres. Esta es, diría yo, la razón por la que la desigualdad global ha caído en los últimos años por primera vez en la historia moderna. La Economía de Mercado ha aportado mucho a la sociedad, por lo que la crítica de Francisco es parcialmente injusta.
Y esto es lo que resulta muy frustrante de estos aspectos del documento. Francisco llama al diálogo y denuncia “una estrategia de burla, sospecha y crítica implacable”. Podría haber un diálogo fructífero sobre estos temas.
Si bien las afirmaciones de las personas que apoyan firmemente una economía de mercado pueden ser impugnadas, muchas de estas personas trabajan en problemas de exclusión, la escolarización de las personas más pobres del mundo, preocupaciones ambientales y soluciones empresariales locales para la pobreza desesperada. Ellos tienen mucho que aportar al diálogo. Ese diálogo sería mejor que atribuirles cosas en las que no creen.
De hecho, solo saliendo de nosotros mismos, comprometiéndonos con los demás y comprendiendo su posición, podremos contribuir adecuadamente al debate político. Debemos hacer eso para comprender la posición de los demás; solo entonces nuestros argumentos pueden ser efectivos y triunfar.
Hasta cierto punto, el comentario de la encíclica del Papa Francisco ha sido desdibujado por los comentarios de la prensa sobre apenas unas cien palabras. Es una pena. Este texto exige una lectura atenta y una reflexión por parte de todos los involucrados en un febril debate político. Pero también pido un diálogo con quienes están trabajando e investigando en el campo de cómo los mercados y las empresas pueden abordar las mayores preocupaciones del Papa.
*Philip Booth es un economista británico. Es Decano de la Facultad de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales de la St Mary’s University, Twickenham y Miembro Académico Senior del Instituto de Asuntos Económicos. Sus principales áreas de investigación y redacción son el seguro social, la regulación financiera y la doctrina social de la Iglesia Católica.
Nota de conclusión. Por Muy Financiero
Si bien la encíclica del Papa no condena el libre mercado del todo ni señala que el libre mercado es un fracaso absoluto (como falsamente le atribuyen los medios de comunicación), sería preciso que el Papa y la Iglesia apreciarán más los aspectos positivos de la economía de libre mercado, tal y como hizo Juan Pablo II.
Muchas de las críticas de Francisco al estado actual de nuestra sociedad y a una visión del libre mercado ideologizada, aciertan en destacar las limitaciones del individualismo y de los resultados que puede ofrecer el mismo mercado. Por esto es importante apreciar que el Papa ciertamente ha contribuido a un debate positivo sobre el papel del mercado y la sociedad en esta encíclica.
Actualmente economistas como Dani Rodrik y Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía) han apoyado y enriquecido la posición de la Iglesia hacia una visión más social e inclusiva de los mercados (Pues ambos economistas de renombre mundial han publicado varios estudios suyos para la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales), así que ciertamente la encíclica del Papa no es un documento que se pueda descartar de buenas a primeras.
En este contexto, los aportes de la encíclica son loables y altamente útiles, aunque como bien lo señala el economista Philip Booth también es preciso un diálogo abierto con aquellos que defienden el mercado y no descartar como “economía de goteo” todos los aportes de la globalización y el liberalismo a la humanidad.
Con información de The Tablet.