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Opinión

El problemático legado de Donald Trump para Estados Unidos y su economía

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Dado que la mayoría de los presidentes de Los Estados Unidos han dejado el cargo sin problemas, muchos tienen tiempo y espacio para apreciar su legado. El caos en el que se ha convertido la salida de Donald Trump ha llenado de muchos enigmas tal reflexión. Asegurar que haya una transición a la presidencia de Joe Biden la próxima semana hará que la nación esté ampliamente ocupada.

El juicio sobre la presidencia de Donald Trump no es algo que deba quedar pospuesto de manera indefinida. Esta ha sido una presidencia con amplias consecuencias, y principalmente por más malas razones que buenas. Trump entrega un país que está menos unido a nivel interno y menos creíble a nivel internacional que en cualquier otro punto de la historia desde la Guerra de Vietnam.

Los asuntos domésticos e internacionales son difíciles de separar. El papel descuidado de un hombre fuerte frente a sus aliados liberales, el proteccionismo duro, el desprecio por los acuerdos sobre el cambio climático y los organismos internacionales: estas políticas internacionales han dejado al mundo occidental sin un líder. Pero también una agitación dentro de los Estados Unidos. Lo que hace grande a un país es más que el conjunto de sus armamentos. Debe haber también una sociedad estable y atractiva. Por lo tanto, estos elementos son aliados para que un país gane sin dureza, y para que el estado se encuentre liberado de las batallas en casa.

Trump no inventó las fracturas internas de la sociedad estadounidense, mucho menos las raciales que son tan antiguas como la misma república. Pero ningún presidente en la historia reciente ha hecho más para ampliar estas fracturas. La multitud que invadió el Capitolio al son de la incitación de Trump no estaba llena solamente de eslóganes nazis y banderas confederadas. Dentro de las quejas de los agitadores e insurrectos estaba la queja de la desposesión racial y del supuesto fraude electoral.

La velocidad con la que los blancos han estado perdiendo su estatus de mayoría en los Estados Unidos puede estar siendo sobreestimada, pero es un cambio profundo. Incluso un presidente con buenas intenciones todavía podría luchar para neutralizar todo este tipo de ansiedades. Pero lo que ha hecho Trump es agitar tal tipo de ansiedades con el fin de favorecer sus propios intereses. Él hizo esto equivocadamente cuando apoyó a los supremacistas blancos en su marcha en Charlottesville en el 2017. También lo hizo con sus palabras extremistas y sus hechos sobre la inmigración latinoamericana. Semanas antes de la elección de este año, él le dijo al grupo derechista Proud Boys “permanezcan alerta”.

Esto es algo que parece más que una declaración de simpatía hacia el supremacismo blanco. Pero el caso moral sobre este tipo de división es algo que no necesita ser sentenciado, es algo que de hecho dificilmente puede ser pasado por alto. Lo que es extraño en todo caso, es que los republicanos no puedan ver incluso el daño que Trump le ha hecho a la posición geopolítica de Los Estados Unidos. Los cismas internos de América no es algo que ha ocurrido en Moscú o Beijing. Cada revuelta, cada crisis racial, le sirve a la visión de estos países de Estados Unidos como una nación frágil y de la democracia como una fórmula para el caos. Lanzado sobre su propio mal manejo de la pandemia, Donald Trump le ha dado cada vez más armas a la propagada del estado chino. Si Trump es un nacionalista, el es uno de los malos.

Por eso es que hoy, ver la presidencia de Trump como una oportunidad desperdiciada es asumir que él en algún momento tuvo la habilidad para gobernar bien. Dos juicios políticos y el fiasco de una pandemia sugieren que las cosas son de otra manera. Lo que es verdad, sin embargo, es que él detecto las fallas reales en el estatus quo de 2016. Las ciudades desindustrializadas de Los Estados Unidos han sido dejadas para que se las coma el óxido por décadas. La globalización económica ha dejado a millones y hoy no reconocidos perdedores. Sus problemas materiales (los de los blancos de estas ciudades) han sido compensados por la condescendencia cultural.

Y lo más triste de todo es que Trump hizo muy poco por esta gente. En vez de eso, él le recortó los impuestos a los más ricos e hizo a un lado las regulaciones para los grandes negocios. El renacer industrial y el estímulo a la infraestructura nunca llegó. Habiéndose comprometido a minar el Obamacare y a reemplazarlo con algo mejor, él solamente hizo lo primero. Si él hubiera gobernado como el populista económico que pretendió ser, él habría ganado la elección para el segundo mandato.

La preocupación que permanece es que él estuvo bastante cerca de lograrlo. En la medida en que Biden se prepara para su horrible herencia, Los Estados Unidos tiene a una gran minoría que jura y es leal a su predecesor, incluso ahora. No debería ser el pensamiento de la opinión pública que la salida de este mendaz presidente es el fin de los problemas de Los Estados Unidos.

Con información del Financial Times.

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