Carlos Saúl Menem, el hombre que lideró a Argentina durante la crisis económica de los noventa, ha muerto a la edad de 90 años.
Como presidente de 1989 hasta 1999, el ayudó a restaurar la economía después de una gran crisis, pero él después se vio salpicado por acusaciones de corrupción.
Siendo presidente, Menem ayudó a impulsar una impresionante recuperación económica en Argentina de 1989 hasta 1999, mejorando las relaciones con Estados Unidos y Reino Unido, pero después fue condenado en un escándalo de corrupción y acusado de encubrir evidencia en un mortífero ataque terrorista antisemita que ocurrió durante su mandato.
En una nación que ha sufrido de agitación política y crisis económica, con un pasado de gobiernos dirigidos por juntas militares, Menem parecía para muchos el presidente ideal con el tipo de fuerza que caracterizaba a los caudillos, muy al estilo de Juan Domingo Perón, el dictador neofascista de la posguerra. Como un extravagante gobernador de provincia, él lideró el movimiento peronista cuando se presentó a las elecciones presidenciales. Pero el resultó ser un demócrata neoliberal, algo completamente diferente a lo que representaba la ideología peronista.
Él era el descendiente de musulmanes sunitas de Siria en una tierra de católicos romanos, tenía un cabello que le caía hasta los hombros y unas patillas del estilo del siglo XIX. Gustaba de los trajes de color crema y de los zapatos blancos, mantenía 20 perfumes en su mesa de noche, le gustaban los carros de carreras y salía con modelos y estrellas de cine: Una forma extraña de semejar a los arquetípicos patriarcas políticos conocidos como caudillos.
Menem, quien se convirtió al catolicismo porque este era un requisito constitucional para llegar a la presidencia, asumió su puesto cinco meses antes cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín renunció a medida que la economía colapsaba y los saqueadores invadían los supermercados.
Esta fue la peor crisis económica de la historia de Argentina. La pobreza alcanzaba a un cuarto de los 32 millones de habitantes. La inflación llegaba a un impresionante 5000%, la deuda externa era de 60.000 millones de dólares y la deuda doméstica de 7.000 millones de dólares. Había constantes apagones eléctricos, cierres de fábricas, amplios despidos y una gran escasez de todo.
“La únicas cosas que puedo ofrecer a mi pueblo son trabajo, sacrificio y esperanza”, dijo Menem el 8 de julio de 1989, en la que era la primera transferencia pacífica de poder de un gobierno constitucionalmente elegido a otro desde 1916. “No hay otra manera de decirlo. Argentina está rota, devastada, destruida. Esta es quizás nuestra última esperanza”.
En una espectacular transformación de una economía dominada por el gobierno a una economía de libre mercado, Menem redujo el desempleo; acabó con varias agencias públicas, estabilizó el peso al atar su valor al del dólar americano, privatizó industrias estatales, aerolíneas y ferrocarriles; rebajó los impuestos a las importaciones y atrajo torrentes de inversiones extranjeras y productos, elevó el recaudo de impuestos, e hizo que el país comenzara a pagar sus deudas de nuevo.
En un año, Argentina estaba de vuelta al camino de la recuperación. Para 1993, la inflación era de un solo dígito, y aunque el desempleo aún permanecía alto, la economía era una de las que mejor se desempeñaban entre las de los países en desarrollo.
Carlos Menem transformó la política exterior de su país, acabando con años de aislacionismo y convirtiendo al país en un socio clave para los Estados Unidos en Suramérica. Su marina se unió a la coalición estadounidense para derrotar a Iraq en la Guerra del Golfo en 1991. A petición de los Estados Unidos, Menem prometió no vender armas o tecnología avanzada a Irán, Siria o Libia. Él se convirtió en el primer presidente argentino en visitar Israel.
Menem también restableció las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, las cuales estaban suspendidas desde 1992, luego de la guerra por las islas Malvinas, Menem detuvo el programa de armas nucleares de Argentina, y resolvió largas disputas territoriales con Chile. Sus reformas domésticas impulsaron el mejoramiento de la salud, la educación y los programas de lucha contra la pobreza.
Llamado a una reconciliación nacional, luego de años de dictaduras militares, Menem perdonó a líderes militares de la Junta que estaban en prisión, los cuales habían torturado y matado a miles durante una “guerra sucia” sobre los disidentes de 1976 hasta 1983, así como a los líderes de la guerrilla que lucharon contra el régimen. Él redujo el presupuesto militar, abolió las conscripciones, retiró a los militares no leales del ejército y, con nuevos generales, redujo la influencia del ejército en la vida política.
Estos movimientos atrajeron protestas en Argentina, donde una gran parte de la población había apoyado a la juntas militares y consideraba a los disidentes como comunistas subversivos. Pero se ganó el apoyo internacional, especialmente en Washington.
“Argentina está asumiendo el lugar correcto en la historia, como un líder en la comunidad de naciones democráticas”, dijo el presidente George Bush en un discurso de bienvenida en la Casa Blanca en 1991. “Bajo su liderazgo, Argentina se ha convertido en uno de los defensores más fuertes de la democracia en el hemisferio, tanto a nivel interno como a nivel internacional”.
Pero los ataques terroristas con implicaciones intrincadas golpearon a Argentina. En 1992, un carro bomba mató a al menos 28 personas en la Embajada israelí en Buenos Aires. Otro carro bomba mató a otras 85 personas en un centro de la comunidad judía en la capital en 1994. Los guardias de seguridad misteriosamente habían desaparecido antes de ambos ataques. Estos fueron los peores ataques antisemitas en la historia de Argentina desde el atroz pogromo que dejó cientos muertos en 1919, las investigaciones durante el mandato de Menem respecto a estos ataques resultaron inconexas y no concluyentes.
Después de una reforma constitucional que le permitió presentarse a unas nuevas elecciones. Menem ganó la reelección. Su segundo mandato estuvo marcado por una serie de reveses, con un alza en las tasas de interés, déficits comerciales, crimen y pobreza, caída de la productividad y de las importaciones y de las inversiones extranjeras. La deuda nacional llegó a los 139 mil millones de dólares.
Menem se vio envuelto en acusaciones de corrupción lanzadas por sus oponentes políticos. Pero como él controlaba la policía y las Cortes, no fue acusado formalmente. Después de dejar la presidencia, el fue acusado de la malversación de 60 millones de dólares de contratos de construcción de prisiones, y de extorsionar por 10 millones de dólares en un esquema de comercio de contrabando que enviaba armas a Ecuador y a Croacia, en violación de los embargos internacionales, así como por evadir impuestos y esconder millones de dólares en cuentas bancarias suizas. Él fue detenido bajo arresto domiciliario por casi seis meses en 2001, por el caso de contrabando de armas.
En 2002, El New York Times, citando un testimonio protegido de un desertor de la inteligencia iraní, reportó que Irán había orquestado el ataque al centro de la comunidad judía argentina, y que pagó a Menem 10 millones de dólares para ocultar su envolvimiento. Este testimonio ha sido apoyado por largas sospechas de la complicidad de Irán y Argentina en la mala investigación que se ha llevado a cabo sobre los ataques.
Menem, quien negó las acusaciones, se presentó a elecciones presidenciales de nuevo en 2003, pero él quedó por detrás en las elecciones. Siendo nombrado de nuevo en varios casos de corrupción, él huyó a Chile y reclamó asilo político. Los esfuerzos para extraditarlo a Argentina fallaron, pero él volvió a su casa en 2004, después de que se cancelaron las ordenes de arresto. Él ganó un puesto en el senado en el 2005.
En 2011, Menem fue exonerado en el caso de contrabando de armas, pero como hubo apelaciones en el caso, los cargos fueron presentados de nuevo se le condenó y sentenció a siete años en prisión. Dada su edad, 82 años, los funcionarios dijeron que él podría pagar su sentencia bajo arresto domiciliario. En el 2012 se le ordenó presentarse a juicio sobre cargos de obstrucción a la justicia y de esconder evidencia en los casos del bombardeo del Centro de la Comunidad Judía. En 2019 una corte lo exoneró.
Carlos Saúl Menem nació en Anillaco, Argentina el 2 de julio de 1930, siendo uno de los cuatro hijos de Saúl y Mohibe Akil Menem, quienes eran inmigrantes sirios. Su padre, un comerciante, envió a todos sus hijos a la Universidad. Carlos Saúl asistió a la Universidad Nacional de Córdoba, en la segunda ciudad de Argentina. Él obtuvo un grado de abogado en 1995 y se convirtió en un apasionado partidario peronista.
En 1996, él se casó con Zulema Yoma. Ellos tuvieron dos hijos, Zulema Menem y Carlos Saúl Jr. y se divorciaron en 1991. En 2001 Menem se casó con Cecilia Bolocco. Ellos tuvieron un hijo, Máximo, y se divorciaron en el 2011 Carlos Saúl Jr. murió en un accidente de helicóptero en 1995.
Aparte de su hija Zulema Menem, y su hijo Máximo Menem Bolocco, a Menem le sobrevive otro hijo, Carlos Nair Menem y un hermano, Eduardo.
Menem fue brevemente encarcelado cuando Perón fue derrocado en 1955. Él luego se unió al Partido Justicialista, el sucesor del partido peronista. En 1973, después de volver del exilio, Perón tomó el poder de nuevo. Menem, liderando el brazo provincial del partido, fue elegido gobernador de la provincia de La Rioja.
Perón murió en 1974 y fue sucedido por su tercera esposa, Isabel Martínez de Perón, quien fue depuesta en 1976 por una Junta que también ordenó el encarcelamiento de Menem por varios años. En 1983, después de que la Junta colapsó, Alfonsín fue elegido presidente y Menem fue elegido de nuevo como gobernador de la provincia de La Rioja. Él fue reelegido en 1987.
En 1989, la economía argentina estaba en un fuerte declive, Menem fue elegido presidente, a pesar de la incertidumbre sobre cuáles eran sus ideas políticas y recetas económicas. Los analistas dijeron que su popularidad, como la de Perón, estableció su atractivo personal, en vez de cualquier conjunto de programas que él nunca detalló.
“Menem es una especie de Reagan”, afirmó un prominente peronista al diario The New York Times durante su tiempo de campaña. “Él es un gran comunicador con una docena de ideas básicas, que tiene un gran instinto para relacionarse con la gente. Pero que tiene poco interés en ideas programáticas detalladas. El resultado es inevitablemente algunas ambigüedades. Pero esto no preocupa a sus seguidores”.
Con información del New York Times.