Para el diario financiero británico The Financial Times, los líderes latinoamericanos han fallado de manera monumental en su tarea de enfrentar la pandemia del Covid19. Los populismos de izquierda y de derecha han dejado a la región en una posición muy débil de cara al futuro.
Desde México hasta Brasil, pasando por Colombia y Venezuela, la respuesta a la pandemia ha sido negligente, lenta y errática.
“La región de América Latina ha sido golpeada de la peor manera por la devastación y económica y humana del coronavirus, según el Banco Mundial”, señala El Financial Times. Jair Bolsonaro es uno de los negacionistas más prominentes del coronavirus. Pero mientras que el terrible manejo por parte de Bolsonaro de la pandemia explica mucho del actual sufrimiento en Brasil, es un elemento que no cuenta toda la historia. Otras naciones latinoamericanas han tenido que enfrentar consecuencias incluso peores.
Las cifras de muertes más altas del mundo en medio de la pandemia
Perú, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y México ocupan los puestos infames de ser los primeros en la tabla de muertes diarias por coronavirus desde el comienzo de la pandemia. Esto siguiendo los datos del Financial Times. La respuesta de sus presidentes no siempre ha sido la ideal, especialmente en Nicaragua, pero los problemas que enfrentan estas naciones van más allá del liderazgo político.
Lo que la pandemia ha expuesto en América Latina es una aflicción de larga data: una carencia de efectiva capacidad por parte del estado. También y con mucha frecuencia, cuando el gobierno tira de todas las palancas en los sistemas de salud, la ley y el orden, y los sistemas de bienestar, no pasa mucho realmente.
Perú y Argentina ordenaron confinamientos largos el año pasado y ofrecieron pagos generosos de bienestar a aquellos que no se encontraban en capacidad de trabajar. La puesta en marcha de estas medidas fue difusa y fallida en muchos niveles: Las economías quedaron en un estado frágil en la medida en que las infecciones subían. Incluso en Chile, un ejemplo de crecimiento económico y estabilidad, el gobierno está librando una batalla contra una segunda ola de infecciones a pesar de ser una de las naciones con los programas de vacunación más rápidos del mundo; una relajación prematura de las medidas de confinamiento, así como la supuesta menor efectividad de las vacunas chinas, es señalada como la culpable de esta situación.
Necesidad de estados más fuertes
Para poder solucionar estos problemas se requiere que los estados puedan ofrecer unos servicios públicos de mejor calidad y más asequibles, pero también hay preguntas que responder acerca de la eficiencia del gasto gubernamental. Durante la “Ola rosada”, de los gobiernos socialistas de la región a principios de siglo, el gasto social se incrementó fuertemente pero sin que esto significara un incremento proporcional en la calidad de los servicios públicos. Mucho de ese dinero, que fue generado por el boom de las materias primas, fue gastado en pagos directos que lograron que muchas personas salieran de la pobreza, pero demostró ser difícil de sostener en el tiempo cuando las deudas públicas se salieron de control y los precios de las materias primas empezaron a descender.
Mayor inversión en infraestructura
Los gobiernos invirtieron muy poco en infraestructura. La inversión anual promedio de América Latina en esta área fue escasamente del 2.8 por ciento del ingreso nacional entre 2008 y 2017, de acuerdo con las cifras ofrecidas por el Banco Interamericano de Desarrollo, casi solo la mitad de lo que Asia Oriental invertía para ese periodo en ese mismo apartado. A pesar de los 14 años que gobernó el Partido de los Trabajadores durante este siglo en Brasil, cerca de la mitad de los brasileros aún carecen de servicios apropiados de drenajes. Argentina gasta casi la misma proporción que Francia como parte de su ingreso nacional en educación, pero con resultados muy diferentes.
En medio de la devastación que la pandemia ha causado en la vida de millones de personas y en las familias, las instituciones internacionales ofrecen una receta clara: América Latina debe reconstruirse de nuevo y mejor. La región debería invertir altamente en infraestructura, mejorar la calidad de la educación y de los servicios de salud, perseguir reformas tributarias o fiscales que la lleven a reducir la desigualdad y a buscar un desarrollo más sostenible.
Los líderes de la región no han escuchado los consejos de los expertos
Muchos de estos consejos se han ofrecido a la región durante décadas. La clase política parece no prestar atención a nada de esto. En las primeras etapas del mayor ciclo electoral de la región, los candidatos populistas que ofrecen recetas fallidas están abundando; Pedro Castillo, el líder de izquierda que ganó la primera ronda en las elecciones presidenciales de Perú durante el fin de semana pasado, quiere una gran nacionalización de las empresas privadas, algo muy parecido a lo que hizo el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez con muchos de los negocios privados de Venezuela.
De manera que, como resultado del creciente populismo en la región (sea de izquierda o de derecha), América Latina se arriesga a caer de nuevo en los viejos hábitos que ya le han costado mucho de su potencial crecimiento. El resultado parece claro: un populismo rampante tanto en la izquierda como en la derecha, empañado con tintes autoritarios y envuelto de corrupción.
Hay que renovar la clase política
Si la región no desea quedarse atrás de manera permanente del mundo desarrollado, debe comenzar a renovar su clase política, llevando a adelante a una nueva generación de líderes que entienda cómo construir un consenso nacional fuerte alrededor del crecimiento inclusivo y sostenible en una sociedad más justa que es impulsada por la competitividad de las economías globales. Al momento presente, eso parece una perspectiva bastante distante.
Con información del Financial Times.