*En la imagen Abigail Disney, sobrina nieta de Walt Disney y nieta de Roy Disney, los fundadores de Walt Disney Company.
Abigail Disney siempre a sido muy, muy rica, o al menos ella de describe así: “demasiado rica”. El dinero ha llegado a su vida con su nombre: Ella es la nieta de Roy Disney, quien con su hermano Walt, fundaron la Compañía Walt Disney en 1923. Disney, quien ahora tiene 61 años, rechaza decir cuánto dinero tiene, pero reconoce que ella ha sido una multimillonaria por derecho propio que no se había dado cuenta en sus años veinte que su fortuna la estaba haciendo miserable, y decidió comenzar a dar su dinero a la caridad.
Ella ha estado donando a causas sociales desde entonces, 72 millones de dólares y contando, la mayoría ayudando a grupos de mujeres en prisión, mujeres que viven con VIH, y víctimas de la violencia doméstica. Pero dar a la caridad parece que ya no es suficiente en estos días. Ella quiere que las autoridades de impuestos le suban los impuestos, no solamente para ella, sino para todas las personas “absurdamente ricas del mundo”.
“Por mucho tiempo hemos sabido que el mundo es altamente desigual”, dice Disney, “Pero ahora la pandemia nos ha mostrado esto realmente a todos, nadie en su buena consciencia puede continuar ignorando esta realidad”, dice Disney hablando vía Zoom hablando desde su casa en San Francisco, California. Hoy ella luce más como una mujer hippie que como la heredera de una gran fortuna: su cabello café claro es largo, con gentiles rizos y tiene una discreta paloma tatuada en la parte interna de su muñeca.
“Es como cuando tus hijos toman un baño y tú quitas el agua y lentamente todos los pequeños juguetes de la tina empiezan a ser revelados”, dice Disney. “Eso es lo que ha sucedido aquí: durante mucho tiempo habíamos sabido lo que estaba pasando bajo la superficie”. Así como la pandemia ha matado a 2.5 millones de personas, los confinamientos globales ordenados para contener la expansión del virus, han dejado a cerca de 150 millones de personas más en condiciones de “pobreza extrema”, de acuerdo con los datos proporcionados por el Banco Mundial. La institución que tiene su sede central en Washington ha descrito al Covid19 como “un misil con sensores de calor que se está dirigiendo a toda velocidad hacia los más vulnerables de la sociedad”.
“Durante la pandemia, los más pobres han sido forzados a continuar yendo al trabajo, arriesgando sus vidas, mientras que los ricos han permanecido en casa”, dice Disney. “Y aquellos que están yendo al trabajo en empleos esenciales para salvaguardar la vida, están pagando más [proporcionalmente] en impuestos que los ricos que se mantienen seguros en sus casas”.
Disney tiene la preocupación de que la sociedad se esté deslizando hacia un “mundo Dickensiano” [en donde no existen las condiciones mínimas para trabajar y vivir de forma digna], a menos que los realmente ricos se den cuenta de que “al final del día todos somos humanos y que necesitamos velar los unos por los otros. Tú sabes, estos multimillonarios de la era moderna, son unos Ebenezer Scrooges miserables. Porque ellos están yendo directamente a la casa del pequeño Tim para decirle: ‘No, jódete. No pagaré por tus muletas’”, dice Disney. “Podría sonar como algo extremo, pero es la forma en la que se están comportando los millonarios de hoy”.
Abigail Disney es parte de un pequeño grupo de multimillonarios que está haciendo campaña para que se suban los impuestos a los más ricos con el fin de financiar la recuperación económica de la pandemia. El movimiento de los millonarios patriotas, del cual ella es una miembro de vieja data y una vocera clave, comenzó en el 2010 con solo un puñado de firmantes en una carta abierta e 163 palabras, incluyendo al músico de Moby and Ben & Jerry’s ice-cream, Ben Cohen, quien es cofundador de este movimiento. La organización ha crecido hasta convertirse en un grupo de más de 200 miembros, incluyendo a Chuck Collins, heredero de la fortuna de la empresa de salchichas de Oscar Mayer, Morris Peal, un exdirector administrativo de BlackRock, el millonario danés-iraní Djaffar Shalchi, y Sir Stephen Tindall, el fundador del más grande minorista de Nueva Zelanda, Warehouse Group. Ellos se describen a sí mismo como “traidores orgullosos a su clase” unidos por la preocupación de la “concentración desestabilizante de riqueza y poder”.
Estos miembros argumentan que, en vez de dejar que los superricos donen su dinero a proyectos vanidosos de filantropía, tales como casas de ópera y museos, deberían pagar impuestos más altas para financiar los servicios públicos, el bienestar y enfrentar la creciente desigualdad económica. Disney quiere que los impuestos a los superricos financien los tratamientos universales de salud y la educación en los Estados Unidos y alrededor de todo el mundo. Esta semana ella ayudó a lanzar la división del Reino Unido y Europa del movimiento de los millonarios patriotas, con el fin de presionar a los gobiernos para que eleven los impuestos a personas como nosotras. De forma inmediata, substancial y permanente”.
Disney no tiene una idea fija de cómo o cuánto debería ser este impuesto a los superricos, ella simplemente quiere que empiece ahora. “Ayer no es suficientemente pronto”, dice ella, al tiempo que su perro Forkie, un cruce entre un Maltese y un Yorkshire terrier, golpea su tablet. ( Sus otros perros se llaman Quincy y RGB, con el nombre de Ruth Bader Ginsburg; Disney era fan de la fallecida juez de la Corte Suprema; a quien ella describió como el “espíritu del cambio social”).
En el impuesto a los ricos, Disney dice: “Yo creo que debería empezar desde los 50 millones dólares hacia arriba. Algo tiene que decirte: Ok, tú estás bien. Justo ahora, tenemos que encontrar la manera de ayudar a las personas que no están bien, y tú dinero tiene que pagar por eso”.
El impuesto anual de solamente el 2% para aquellas personas con más de 50 millones de dólares, como lo propuso la senadora estadounidense Elizabeth Warren, podría recaudar más de 4 trillones de dólares, el dinero suficiente para hacer una reforma completa al sistema público de educación y pagar por su adecuado mantenimiento. Warren enmendó su plan este mes para invocar un impuesto más alto, del 3%, bajo la ley de impuestos a los ultramillonarios, dirigida a personas con una riqueza de más de 1.000 millones de dólares, esto con el fin de ayudar a aliviar el sufrimiento económico que la pandemia ha generado. “Los ultrapoderosos y los superricos han amañado el sistema a su favor, de manera que el top del 0.1% más ricos pague una tasa efectiva de impuestos menos que la que paga el 99%”, dijo Warren. “Y la riqueza de los multimillonarios es 40% más alta de lo que era antes de que la pandemia empezara”.
Disney dice que ella ama las propuestas de Warren, y rechaza los argumentos de la derecha de aquellos que reclaman que los impuestos a los ricos podrían hacer que estos llevaran su dinero a otros países. “No prevendría que alguien quisiera vivir en los Estados Unidos, y no prevendría que las personas tuvieran incentivos para seguir queriendo ser mucho más ricas que todos los demás”. En el mundo ideal de Disney, podría haber un techo a la riqueza personal, pero incluso ahí ella piensa que es una idea demasiado radical como para llevarla a la práctica mediante una ley. “Pienso que hay una cosa como demasiado dinero”, dice ella. “Y yo pienso que eso es como mil millones de dólares. De hecho, no entiendo cómo es que una persona no pueda llevar una vida feliz con 999 millones de dólares. De manera que cualquier cosa que sobrepase los mil millones, pienso que es un error”. En el universo de fantasía de Disney, los multimillonarios del mundo – ahora hay 2189 de ellos, de acuerdo con un reporte del Banco de inversión suizo UBS- serían declarados “los ganadores del capitalismo”, pero no se les permitiría hacer más dinero más allá de esa cifra.
El estudio de UBS muestra que los multimillonarios (el top 0.000028% de la población) han salido extremadamente bien librados durante la pandemia del coronavirus, haciendo crecer sus fortunas a un récord de 10.2 trillones de dólares, más de tres veces que el producto interno bruto anual del Reino Unido. Elon Musk, el cofundador de la compañía automotriz Tesla, quien era la persona número 35 en la lista de los más ricos del mundo, ha ascendido a la segunda posición, por detrás del multimillonario Jeff Bezos. Ambos hombres tienen fortunas que son más de 180.000 millones de dólares cada una – aproximadamente dos veces el PIB de Kenia, el cual es apenas de 95.500 millones de dólares.
Abigail Disney se dio cuenta que ella tenía demasiado dinero cuando ella estaba estudiando, primero en la Universidad de Yale y luego en un doctorado de literatura inglesa de la Universidad de Columbia en Nueva York a principios de los años ochenta. “Heredar tal fortuna realmente es algo que te puede echar a perder, realmente puede”, dice ella. “Pase mis años veinte y mis años treinta tratando de superar la culpa y la ansiedad que venía con ser una persona demasiado rica. Las personas no gustan oír esto, cuando los ricos hablan de esto, porque se supone que la riqueza es como una respuesta mágica para cada pregunta de la vida. ¿Correcto? ‘Si solo tuviera un monto de dinero X, todo estaría Ok’, piensa la gente. Esa es la verdad para la gente pobre”.
“Pero después de cierto punto esa presunción de que el dinero te da felicidad deja de ser cierta”, dice Disney, vacilando por un momento mientras encuentra las palabras correctas. “El dinero se convierte en su propia preocupación. Pienso que es realmente como un perro con mucho pelaje al que contantemente tienes que estar cepillando. Y de pronto comienzas a cansarte de esto. Desde que yo tenía 21 años, pase mucho de mi tiempo con contadores, abogados y especialistas, hablando y pensando acerca de mi dinero: donde estaba, por qué estaba ahí, si necesitaba cambiar, y cuáles eran las implicaciones fiscales de la ocupación de mi dinero”.
Disney habla de cómo, cuando crecía, ella y sus hermanos ( tiene dos hermanos y una hermana) nunca tuvieron que hacer una fila para nada. “Tú sabes, si nunca has estado en la cola del banco o de la comida de una tienda, eso hace que empieces a actuar de manera diferente”, dice ella. “Y comienzas a preguntarte acerca de todo. ¿Están las personas más interesadas en lo que tú dices por causa de lo que tienes? ¿Están haciéndote pensar que eres alguien divertido aunque no lo seas? No tener a nadie que te diga la verdad acerca de ti mismo… Quiero decir, eso realmente te corroe”.
Fue cerca de ese tiempo cuando la familia de Disney pasó de ser rica a superrica. Michael Einser había asumido el cargo de Director Ejecutivo en Disney Company, empresa que había estado luchando desde la muerte de Walt y Roy en 1966 y 1971 respectivamente. Eisner renovó la compañía, la revitalizó, y luego compró Marvel, Pixar y Lucasfilm. Pronto Disney estaba produciendo películas aclamadas que estaban haciendo mucho dinero: La bella y la bestia ( la primera película animada en ser nominada a la mejor película en los premios de la Academia) y el Rey León. Las acciones de Disney ascendieron de forma vertiginosa, dándole grandes dividendos a los padres de Abigail, Roy Edward Disney, el accionista mayor. Solamente en 1994, Eisner recibió un pagó récord de 203 millones de dólares por su trabajo al frente de la compañía.
De repente, dice Abigail, su familia cambió. Su padre se compró un avión privado, no un jet pequeño, sino un Boeing 737 con camas dobles y una ducha a bordo. Ella se rebeló, rechazando viajar en el avión, y luego ella comenzó a donar su dinero a la caridad.
Disney pasa la mayor parte de su tiempo en Nueva York con su esposo, Pierre Hauser. Ellos se conocieron en la Universidad de Yale y luego se casaron en la Capilla de San Pablo de la Universidad de Columbia. Su caridad conjunta, la Fundación Dafne, se dirige a enfrentar la pobreza de la ciudad. En un letrero de plata del escritorio de Disney se lee la inscripción “Feminist AF”. Ella también dirige la compañía de documentales Fork Films, produciendo películas acerca de temas en los que ella cree, como Pray The Devil Back To Hell, acerca de un movimiento liderado por mujeres a favor de la paz en Liberia; y Crip Camp, acerca de un campamento de verano para personas con discapacidades, el cual recientemente fue nominado para un Oscar. “Yo soy como el tipo de mujer deliberadamente mala para los negocios”, dice ella, explicando que sus proyectos, algunos de los cuales frecuentemente pierden dinero, son una forma de dar dinero a personas creativas que lo necesitan.
“Si tú estas ganando más de 200.000 dólares al año, tú deberías pagar más impuestos. No es algo que vaya a hacer que seas pobre ¿Verdad?”, Abigail Disney.
En la medida en que la confianza de Abigail ha crecido, ella ha empezado a hablar más abiertamente acerca de las desigualdades y a abogar por un pago más justo en la compañía Disney, describiendo el cheque anual de Bob Iger de 65 millones de dólares de 2018 con una locura. “Si el salario de tu director ejecutivo es 700, 600 o 500 veces más alto que el de tus trabajadores promedio, no hay nada que lo justifique”, dice ella. Iger, ahora el presidente ejecutivo de la compañía Disney, de hecho hoy gana 1424 veces más que el trabajador promedio de Disney al año – casi el triple de lo estimado por Abigail. Iger defendió su pago como una “concesión de una vez por su rol al supervisar la adquisición de 21 Century Fox por parte de Disney, y en un evento de Vanity Fair en 2019 reconoció que el país necesitaba enfrentar la desigualdad. “Pienso que tenemos que encontrar la manera, bien sea por medio de un plan de impuestos que transfiera la riqueza de los más ricos a un grupo amplio de individuos que más lo necesitan”, señaló Iger.
Los empleados de menor pago de Walt Disney Company empezaron a buscar a Abigail Disney como su salvadora potencial. Una trabajadora, cuyo trabajo era vestirse como Cenicienta en las paradas de “La magia pasa” escribió que ella no podía permitirse pagar por una renta de un departamento y que estaba durmiendo en su auto. “Es algo que me mata”, dijo Disney, porque como niña yo iba a las paradas de la “Magia sucede” con mi abuelo. Ahora, yo miro al pasado como algo paradisíaco, pero había algo de reverencia hacia a él y tal nivel de compenetración era casi como una reverencia para él que realmente funcionaba en un sentido casi místico. En ese tiempo, tal nivel de desigualdad en la empresa sería algo que hubiera horrorizado a mi abuelo”. Disney dice que los empleados con pocas habilidades, como muchos de los que trabajan en Disneylandia y en Disney World, son efectivamente valiosas y no nombradas personas, que desafortunadamente pueden ser cambiadas por otras en cualquier momento.
El activismo de Disney por los menos afortunados fue algo que enojó a sus padres, quienes veneraban la visión capitalista del mundo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Ambos padres de Abigail eran alcohólicos: Roy Edward murió en el 2009, y su esposa, Patricia, murió en 2012. “Mis padres eran muy conservadores, de manera que estábamos frecuentemente en conflicto”, dice ella. “Pero tengo una hermana y un hermano, los cuales me apoyan mucho.”
Aunque Disney no vuela en un jet privado como sus padres, ella todavía lleva una vida de lujo incuestionable, con un gusto por los vinos caros y los restaurantes costosos ( cuando ellos están abiertos), así como por los zapatos de diseñadores exclusivos. Ella dice que su más grande extravagancia es su casa en Irlanda, un castillo del siglo XV que puede acoger a 26 personas. Después de que Disney habló con el reportero de The Guardian para la presente reseña, Disney, su esposo y sus perros se embarcaron en una nueva aventura, viajar por los Estados Unidos en una camioneta, uniéndose al frenesí que ha explotado en popularidad durante la pandemia. “No hemos dejado la ciudad todavía, pero ya estamos listos para irnos y felices #vanlife”, escribió ella en su cuenta de Instagram al lado de una fotografía de ella y su esposo dentro de la camioneta.
El movimiento de los patriotas millonarios no tiene membresía o un secreto saludo para aquellos que se unen, pero los miembros necesitan tener activos de al menos 5 millones de dólares o un ingreso anual que exceda el millón de dólares para poder unirse. La fundadora Erica Payne, una estratega política que trabajó en el comité inaugural de la presidencia de Bill Clinton, ha dicho que, así que además de ser ricos y progresistas, los miembros del grupo tenían otra cosa en común: Todos ellos “odian el nombre”.
Seis millonarios británicos hasta ahora han firmado para hacer parte de la división del Reino Unido del movimiento, demandando que el gobierno enfrente la desigualdad allí. Ellos describen los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas como abrumadores, los cuales muestran que el 1% más rico de los británicos tiene al menos una cuarta parte de la riqueza nacional, en un momento en el que la pobreza se está incrementando. Londres recientemente superó a Nueva York como la capital con la concentración más alta de millonarios en el mundo: cerca de 875.000 personas, o una de cada diez, mientras que 2.5 millones de londinenses se encuentran viviendo en la pobreza.
Los miembros británicos del movimiento establecieron sus propósitos en julio del año pasado, en una carta abierta bajo el eslogan de Millonarios por la Humanidad, con firmantes que incluyen al guionista Richard Curtis, quien dijo: “No, nosotros no somos aquellos que están cuidando por los enfermos en las unidades de cuidados intensivos, no somos los que están conduciendo las ambulancias que los conducirán a los hospitales, no somos aquellos que están reabasteciendo los estantes de las tiendas y los supermercados o aquellos que están entregando los pedidos de comida de casa en cas. Pero tenemos dinero, mucho de ello. Dinero que se necesita de forma desesperada, y que se continuará necesitando de forma desesperada en los años que vienen, a medida que nuestro mundo se recupera de esta crisis”.
Entre estos millonarios también está Gemma McGough, de 40 años, de Princes Risborough en Buckinghamshire, quien hizo millones de la venta de una startup que explotaba la tecnología inalámbrica. Cuando el reportero de The Guardian habló con ella por teléfono en su oficina, ella estaba dirigiendo una nueva compañía mientras lidiaba con sus tres hijos que recibían educación desde la casa.
McGough quiere que el gobierno le ponga más impuestos a ella – y a otros grandes millonarios – a una tasa tan alta como el 75% para ayudar a las finanzas públicas asoladas por la pandemia. “La economía está tan dañada por el Covid19, de mod que estoy feliz de compartir mi parte”, dice ella. “Si tú estás ganando más de 150.000 o 200.000 libras año, tú deberías pagar más en impuestos. Si tú estás ganando 200.000 libras, pagar una una tasa más alta de impuesto sobre tus ganancias no es algo que te vaya a hacer pobre ¿Verdad?
Actualmente la tasa más alta a los ingresos en el Reino Unido es del 45%, sobre las ganancias que superen las 150.000 libras. Pero muchos de los que más ganan hacen uso de complejos esquemas para reducir de manera legal el monto que pagan. El ministro de finanzas, Rishi Sunak, usó el presupuesto para recaudar miles de millones de libras al congelar los umbrales de impuestos, llevando los ingresos por impuestos de los ganadores de ingresos medios de 1.3 millones de libras a montos mucho más altos, algo que enfureció a algunos legisladores conservadores. En vez de eso, el grupo argumenta que más debería hacerse para tomar dinero de los ultrarricos. McGough y otros millonarios patriotas del Reino Unido también quisieran ver un gran incremento a los impuestos de herencias y a los impuestos a las ganancias de capital, más un nuevo impuesto a la riqueza.
Tres prominentes economistas recientemente recomendaron la introducción de un impuesto único a cualquiera que tenga más de 500.000 libras en bienes, incluyendo propiedades. La Comisión de Impuesto a la riqueza sugirió un impuesto del 1% para estos individuos durante cinco años han podía generar 260.000 millones de libras, lo suficiente como para financiar el sistema nacional de salud durante un año. Tal impuesto ya se está comenzando a aplicar en lugares como Argentina, Bolivia y Marruecos, con el fin de ayudar a pagar por la recuperación de la economía. En Noruega, cerca de 500.000 personas pagan un 0.85% de impuesto cuando sus activos superan el valor de las 125.000 libras. El prospecto de tal impuesto es el segundo miedo más grande de los ricos después del coronavirus, de acuerdo con el reporte de riqueza de Knight Frank. El primer ministro Boris Johnson y el ministro de finanzas han rechazado la sugerencia de implementar tal impuesto.
McGough dice que ella encuentra difícil entender por qué la gente rica, como ella, está luchando por no pagar más impuestos. “Es un tema de moralidad: ¿Por qué nos sentimos cómodos con la riqueza en la medida en que nos volvemos más ricos? Si permitimos que esto continúe así, al final tendremos un alzamiento civil”, dice ella.
McGough, cuya madre era una aseadora y cuyo padre era un pintor decorador, creció siendo pobre, su familia no tuvo un auto hasta que ella tuvo 10 años, y no había calefacción en su casa. Ella se desempeñó muy bien en la escuela, pero sus padres le pidieron que consiguiera un trabajo para pagar por la renta en lugar de enviarla a la universidad. Por suerte, su primer trabajo fue en el mundo de las tecnologías de frecuencia de radio, el cual pronto experimentaría un gran boom. “Realmente funcionó para mi”, dice ella. “Esto resultó en que pronto estaba comenzando una empresa en este segmento”. En ese entonces, su motivación era hacer dinero, porque ella quería desesperadamente ir de viaje. Su primer gran viaje fue en un camión terrestre de las Cataratas Victoria, desde la frontera de Zimbawe y Zambia hasta Sudáfrica.
McGough estaba tan ocupada construyendo su compañía, la cual certificó nuevos productos de tecnología RF, que ella no se dio la oportunidad para detenerse a pensar cuánto dinero ella estaba ganando, hasta que sus asesores se ofreciendo a ayudarla a bajar sus tarifas de impuestos con contabilidad creativa. “Es un ambiente muy tóxico, pero estás ocupada. Es solo después que te das cuenta de lo que siempre parecía mal. Debería haber orgullo en ser una persona que paga muchos impuestos. Ahora mis políticas están mucho más inclinadas hacia la izquierda”.
Ella dice que las personas ricas que son conocidas por evadir o eludir impuestos deberían ser vistos como “parias sociales, una desgracia nacional, no como héroes”. Algunos de los británicos más ricos ya no viven en el Reino Unido, lo cual les permite obtener jugosos descuentos de impuestos. Sir James Ratcliffe, la persona más rica del Reino Unido, y un prominente defensor del Brexit, el año pasado dejó Gran Bretaña para irse a vivir a Mónaco, un país con impuestos mucho menores. Se ha estimado que su salida del Reino Unido le ahorraría al menos 4.000 millones de libras en pagos por impuestos. Otros británicos ricos que se han movido a Mónaco incluyen al exjefe de Topshop, Sir Philip Green y su esposa, Tina, los multimillonarios de bienes raíces Simon y David Reuben, John Hargreaves, el fundador y presidente de Matalan, y el conductor de Fórmula 1 Lewis Hamilton. En 2019, John Caudwell, el multimillonario fundador de Phones4u, prometió unirse al grupo de multimillonarios autoexiliados en Mónaco si el partido laborista ganaba las elecciones y subía los impuestos.
Como Disney, McGough dicen que sus padres lucharon con sus puntos de vista. “Ellos estaban excitados al ver que había alcanzado el éxito financiero y estaban muy orgullosos de eso”, dice ella. “Pero después de que vendí el negocio y me convertí más en un socialista, ellos encontraron difícil entender el cambio. Cuando tú eres muy pobre, la búsqueda de dinero es importante, y por lo tanto se me veía como si hubiera ganado el juego de la vida. “Sí, tú has ganado, pero todavía hay personas que duermen en las calles, personas cuyas circunstancias no puedes imaginar, alrededor del mundo”, dice ella. “Tú no puedes considerarte a ti mismo un ganador, cuando tales circunstancias terribles están sucediendo al mismo tiempo”. McGough dice que sus padres lentamente han empezado a entenderla. “Ellos están felices de que puedo hacer lo que quiero, pero todavía lo encuentran un poco extraño”.
Gary Stevenson, de 34 años, es otro miembro de los millonarios patriotas del Reino Unido. El hizo su primer millón cuando tenía 24 años, apostando por las consecuencias de la crisis financiera griega en el 2011. El era un economista senior de Citibank, e hizo una serie de apuestas que le resultarían beneficiosas si la desigualdad se incrementaba. Las apuestas hicieron de él, el trader más exitoso de Citibank en el mundo ese año, ganando 35 millones de dólares. Él hizo la misma apuesta, señalando de nuevo el incremento de la desigualdad en el 2012, de nuevo, resultó ser algo rentable.
“Fue algo que me puso en un espacio extraño”, dice él, vistiendo una sudadera gris en su cocina minimalista en Limehouse, cerca del corazón de la City de Londres. “Estaba haciendo una gran cantidad de dinero por cuenta del hecho de que la economía estaba entregando sus peores resultados sociales de la historia. Fue algo que me comió la cabeza por un año o dos, antes de que decidí que tenía que renunciar”.
Stevenson dice que su decisión fue difícil, porque él había logrado ganar una gran cantidad de dinero, lo cual era lo que quería en un principio. “Era muy pobre en mi adolescencia. Vivíamos en una pequeña terraza cerca de las líneas del tren en Ilford, y como muchos en mi familia, no podía permitirme los viajes de la escuela y comprarme muchas cosas. Tú eres juzgado por cuantas cosas tienes, de manera que decidí salir de mi pobreza, haciendo mucho dinero”.
Después de renunciar a su carrera como financista, Stevenson fue a estudiar economía en la Universidad de Oxford, para aprender cómo él podría hacer algo para enfrentar la desigualdad en el mundo. Él no encontró una respuesta en el mundo de las finanzas. “Es solo un grupo de gente estirada, preocupada por continuar siendo rica”, dice él. “El cambio no va a venir de allí”. Stevenson cree que incrementar los impuestos a los ricos es la única respuesta. “El problema con la gente rica es que ahorran la mayor parte de sus ingresos, de manera que no hay un goteo hacia abajo en la economía. Donde la gente ordinaria está gastando la mayoría de sus ingresos, las compañías solo están preocupadas por expandirse, si la gente del común está gastando”.
“Los impuestos son la cosa más importante. es la única forma en la que la gente pobre puede obtener algo de la riqueza que se está generando en la parte superior”, dice él. “No estoy hablando de impuestos altos a los profesionales que ganan mucho dinero como los doctores o los abogados. Estoy hablando de poner impuestos a las familias que han estado conservando el dinero desde siempre. Estas familias tienen cientos de millones de libras, y el dinero hace simplemente que más dinero se acumule y vaya hacia arriba. Yo estaba pagando 45% en impuestos sobre mis ganancias, pero el Duque de Westminster estaba pagando casi nada por los miles de millones de su herencia”. Los herederos del sexto duque de Westminster no pagaron impuestos a la herencia sobre la fortuna de 8.300 millones de libras que heredaron después de su muerte en el 2016. Su hijo, Hugh Grosvenor, de 30 años, heredó el titulo y se convirtió en una de las personas más ricas del mundo, como el mayor accionista de la propiedad global de la compañía Grosvenor Estates, la cual posee una franja de propiedades en West End, Mayfair y Belgravia en Londres, sí como fincas en Cheshire, Lancashire y Escocia.
Stevenson rechaza los argumentos de que los millonarios patriotas podrían seguir el ejemplo de personas como Bill Gates o MacKenzie Scott, la ex-esposa de Jeff Bezos, quienes han dado 6000 millones de dólares a la caridad durante el 2020, donando por medio de fundaciones filantrópicas en vez de pagar impuestos más alto. El admite que podría ayudar a sus amigos de la escuela en Ilford, quienes están trabajando como profesores, diseñadores o como actores. Pero él dice que “ayudarlos individualmente no es suficiente. Yo quiero vivir en un mundo donde todos tengan la oportunidad de salir adelante. Donde las personas de todos los orígenes puedan obtener empleos bien pagados, así como yo tuve esa oportunidad”.
Stevenson no dirá cuánto dinero tiene él ahora, solo dice que es suficiente para retratarse y no trabajar nunca más. Él no ha dado mucho a la caridad, pero él dice que está usando su dinero para promover un cambio en lo económico. La única forma de hacer esto, dice él, “será si la mayoría de la gente es consciente de que el sistema está amañado en contra de ellos, y si ellos realmente se enojan por eso. La gente no se da cuenta cuán ricos son los ricos, y de que los ricos no pagan muchos impuestos”, dice él. “La gente piensa que yo soy un multimillonario, la gente piensa que soy como Jay. Pero yo no tengo nada en comparación con los verdaderamente ricos.
Por su parte, Abigail Disney piensa que los trabajadores de bajos ingresos están realmente enojados, y que el cambio solo vendrá si los ricos se dan la espalda entre sí. “Mi abuelo nunca se habría pagado a sí mismo un salario mil veces que lo que recibía el trabajador promedio”, dice ella. “No había leyes en contra de que él hiciera eso, simplemente era algo que él no consideraba aceptable. Él ciertamente no habría puesto eso en la portada de las revistas ni habría dicho que él era un genio por eso”. Iger, el CEO de Disney Company, tiene una portada con su foto en las revistas Fortune y Time. “Esta es la forma en la que nosotros nos idolatramos hoy”, dice Disney. “Las normas han cambiado, y el país seguirá el tono de aquellos que hacen negocios – esa es la forma en la que ha sido la vida americana”.
Disney dice que más gente rica y poderosa se está uniendo al movimiento en espíritu, si no es que lo hacen de manera formal inscribiéndose al mismo. “La gente quiere que la sociedad vuelva a un tiempo en el que las cosas eran más justas, antes de que sea demasiado tarde”, dice ella. “Pero la pregunta es, ¿Tendrán ellos el coraje para levantarse contra los de su propia clase? Esa es la cosa más difícil de hacer en el mundo – que un liberal critique a los liberales, que un empresario critique a los empresarios. Yo lo sé debido a mi experiencia personal. Me he hecho a mi misma una persona poco atractiva para los ricos. Pero necesitamos que ellos comiencen a darse la espalda entre ellos”.
Con información de The Guardian.