Para comprender el futuro del trabajo debemos mirar hacia nuestro pasado. En 1807, el Pall Mall de Londres se convirtió en la primera calle del mundo iluminada con luz de gas. Pronto hubo decenas de miles de farolas de gas en toda la ciudad, creando miles de nuevos puestos de trabajo para los faroleros.
Pero a finales del siglo XIX, las ciudades de todo el mundo estaban adoptando la farola eléctrica. Esta tecnología más segura, más barata y con mayor eficiencia energética eliminó la necesidad de faroleros, pero creó puestos de trabajo que requerían nuevas habilidades: instalar, reparar, mantener y administrar farolas y las redes para alimentarlas.
Esta historia es un lugar común. La evolución del trabajo y el avance de la tecnología van de la mano, aunque no siempre al mismo paso. Estamos entrando en una nueva era de automatización impulsada por la tecnología 5G que tiene el potencial de transformar industrias enteras. Y contrariamente a la creencia popular, este cambio no significa que los robots reemplazarán a los humanos. Más bien, ayudarán y aumentarán las habilidades humanas, lo que resultará en una mayor productividad, salarios más altos y nuevos empleos.
Inventamos máquinas para realizar tareas que son difíciles para los humanos o donde existen límites humanos fundamentales. Las computadoras se utilizan para cálculos complejos; los vehículos para el transporte acelerado; y los robots para un montaje preciso.
Esta coevolución humano-máquina continuará. Nokia estima que el 70 por ciento de los trabajos serán “trabajos de cuello nuevo” para 2030. Los trabajos de cuello nuevo serán de dos tipos: el primero se describe tradicionalmente como obrero. La tecnología ampliará la cantidad y los tipos de funciones físicas que los trabajadores pueden desempeñar de manera segura en una variedad de industrias. Por ejemplo, un trabajador de la construcción de cuello nuevo podrá usar robots y exoesqueletos para realizar tareas exigentes mientras permanece protegido de los peligros o la exposición a sustancias tóxicas.
El segundo tipo, es el trabajo que hoy consideramos de cuello blanco, el cual se volverá más creativo mediante el uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático. En una futura pandemia, un médico de cuello nuevo podría evaluar y diagnosticar a los pacientes de forma remota, con un seguimiento y evaluación continua de los contactos, lo que reduciría la propagación de la enfermedad.
Sin embargo, la preocupación por la pérdida de puestos de trabajo debido a la automatización se justifica en un tipo de empleo: los roles administrativos repetitivos. De hecho, estos roles desaparecerán con el tiempo.
La pandemia del coronavirus ha acelerado la necesidad de que las empresas operen de forma remota. Durante los confinamientos nacionales, la mayoría de los minoristas electrónicos tenían suficiente infraestructura digital para responder al aumento de la demanda. Pero no sucedía lo mismo con las industrias más “físicas” para las que aún no existía la infraestructura 5G. Esto debe cambiar para todas las industrias que requieren operación remota, reconfiguración y automatización para aumentar la resiliencia.
Desde el año 2000, la mayoría de los sectores han mostrado un aumento en la productividad, desde el 20 por ciento en el comercio minorista y la logística hasta más del 400 por ciento en la fabricación de productos electrónicos, a medida que ha aumentado la inversión en automatización. Esto ha llevado a bienes de menor costo y horas de trabajo más cortas con salarios más altos (impulsados por una mayor rentabilidad). Eso, a su vez, conduce a un aumento de la demanda y un mayor crecimiento económico.
En el futuro automatizado, los trabajadores podrán adquirir nuevas habilidades mediante el uso de herramientas y sistemas que aumenten las capacidades humanas, lo que facilitará el cambio de trabajo en todas las industrias. Esto hará que el empleo y la economía en general sean más adaptables y resistentes al cambio.
El auge del trabajo a distancia también debería impulsar un replanteamiento de los lugares de trabajo basados en ciudades densamente pobladas y los viajes y la contaminación asociados. Tenemos la oportunidad de construir negocios más resilientes y economías más fuertes al mismo tiempo que brindamos a los trabajadores un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida.
Pero la tecnología solo nos da las herramientas. Necesitamos invertir colectivamente en la nueva infraestructura digital si queremos construir este futuro mejor para toda la humanidad. De la misma manera, los gobiernos necesitan llevar a cabo políticas públicas audaces de manera que estos beneficios sean compartidos por la sociedad en su conjunto. De lo contrario se corre el riesgo de reproducir el viejo sistema de distribución de ingresos desiguales, que deja amplias oportunidades de crecimiento para unos pocos y condena a la gran mayoría a la inestabilidad laboral y a la dependencia de empleos mal pagos.
La reinvención del empleo con el desarrollo de nuevos saberes brinda la oportunidad de hacer una reevaluación del papel del conocimiento y el trabajo en nuestra vida productiva, otorgando mayores recompensas a todos aquellos que desarrollan actividades basadas en información compleja y dirigiendo las ganancias a los creativos y a los expertos, en vez de dirigirla únicamente a quienes realizan las inversiones en capital financiero. Así mismo, es imperativo que se lleven a cabo políticas para el aprendizaje de nuevos saberes y la inclusión de aquellos cuyos empleos van quedando obsoletos o aquellos que no han podido integrarse a la economía. Las nuevas formas de producción basadas en conocimientos enteramente nuevos, deberían servir como un espacio para el inicio de una nueva carrera en lo referente a proyectos de profesionales que pueden iniciarse en condiciones más igualitarias e incluyentes, en donde las ventajas adquiridas dan espacio a un escenario en el que todos deberían beneficiarse de una forma más justa.
La revolución de los nuevos empleos apenas está empezando. Será el proceso de destrucción creativa más impresionante de la era moderna y sus resultados y beneficios, así como sus desafíos fácilmente pueden exceder todas nuestras expectativas.
*El presente artículo apareció originalmente en el Financial Times y ha sido adaptado y extendido para la actual edición por Muy Financiero.