En la imagen Las Islas Cayman, el paraíso fiscal más usado para la evasión fiscal.
Mientras que muchas personas tienen que sufrir las consecuencias de la pandemia (hambre, falta de agua, electricidad y demás bienes básicos), muchas veces sin el apoyo de asbolutamente nadie (ni familia, ni conocidos e incluso sin el apoyo del estado o alguna organización no gubernamental dedicada a la caridad), los sistemas de impuestos nacionales mundiales pierden más de 420.000 millones de dólares anuales por cuenta de la evasión fiscal de las empresas más ricas y poderosas del mundo, así como de individuos altamente adinerados y sin escrúpulos que no desaprovechan cada hueco y trampa fiscal que encuentran para poner a buen recaudo su dinero.
Se trata de dinero que los estados legítimamente necesitan (esto sin contar el eterno debate ideológico en torno al dinero dedicado a la redistribución del ingreso y el dinero que los estados pueden dedicar a la promocion del desarrollo económico), pues son recursos que muchas veces faltan para cosas tan básicas como el mantenimiento de vías e infraestructura, burocracia estatal, el aparato de justicia y el fucionamiento de instituciones de seguridad como el ejército y la policía.
El anuncio de este gran robo al que continuamente los más ricos del mundo someten al resto de la sociedad fue hecho la semana pasada por la organización independiente Tax Justice Network, una ONG dedicada a denunciar y combatir la evasión fiscal en todo el mundo.
Los datos que la organización recopiló fueron brindados por la OECD y corresponden al dinero que dejaron de devengar los estados del mundo durante el 2019. Sin embargo, esta organización (la OECD) solo accedió a brindar los montos de los desfalcos a condición de que Tax Justice Network no publicara el nombre de individuos y empresas involucrados en esquemas de evasión fiscal.
Con las finanzas públicas de los países del mundo destrozadas por cuenta de la pandemia del coronavirus, Tax Justice Network hizo un llamado a los países del G20, las 20 economías más poderosas del mundo, para que se comprometieran a luchar contra la evasión fiscal y llegaran a acuerdos para ponerle fin a esta práctica.
En el informe se destaca que las empresas evasoras dejaron de pagar en impuestos al menos unos 245.000 millones de dólares, luego de haber trasladado ganancias de más de 1.38 billones de dólares a los paraísos fiscales. Los individuos adinerados por su parte dejaron de pagar unos 182 mil millones de dólares, luego de trasladar fondos por valor de más de 10 billones de dólares a estas jurisdicciones especiales.
Las jurisdicciones en las que termina todo este dinero por cuenta de la evasión fiscal son: Las Islas Cayman, Reino Unido, Países Bajos, Luxemburgo y los Estados Unidos.
En el informe de Tax Justice Network se destaca que las economías desarrolladas pierden mucho más dinero que las economías en desarrollo por cuenta de la evasión fiscal, sin embargo el impacto de esta pérdida se siente mucho más en las economías en desarrollo. Por ejemplo, mientras la pérdida de los fondos de las economías ricas representa el 8 % de los gastos en sus sistemas de salud, en las economías en desarrollo este monto asciende a más del 50% de lo gastado anualmente a este presupuesto.
Alex Cobham, el director ejecutivo de la TJN, dijo: “Un sistema tributario global que pierde más de USD 427 mil al año no es un sistema roto, es un sistema programado para fallar. Bajo la presión de los gigantes corporativos y las potencias de los paraísos fiscales como los Países Bajos y la red del Reino Unido, nuestros gobiernos han programado el sistema tributario global para priorizar los deseos de las corporaciones e individuos más ricos sobre las necesidades de todos los demás.
“La pandemia ha puesto al descubierto el grave costo de convertir la política fiscal en una herramienta para complacer a los grandes evasores de impuestos en lugar de proteger el bienestar de las personas”.
En este contexto, quiero permitirme este espacio para hacer una pequeña reflexión editorial: Mientras cada día en las grandes ciudades es posible observar a muchas personas urgando entre la basura para poder comer, o mientras que se observa como después de un desastre natural, los gobiernos que se quedan sin fondos tienen que recurrir a la solidaridad de los ciudadanos comunes para hacer frente a la calamidad porque la evasión fiscal y la corrupción drenan a los estados de los recursos que necesitan para atender las necesidades más básicas, unos pocos cuantos millonarios atesoran dinero de una manera descarada y grotesca. Lo más indignante de esto es que este dinero ellos ya no lo necesitan para vivir bien. Si lo pagaran en impuestos su calidad de vida no disminuiría; aún así insisten irracionalmente en atesorarlo ¿Todo esto por qué? Porque los sistemas impositivos se lo permiten. De manera que los estados del mundo necesitan acordar una gran reforma global de impuestos que ponga fin a este robo y que estos recursos, legítimamente objeto de la acción tributaria, lleguen a quienes realmente lo necesitan. Al fin y al cabo los millonarios no se hicieron sus fortunas en el aire, sino que la construyeron en una sociedad que creó las condiciones para que ellos pudieran ser ricos, de manera que es apenas justo que retribuyan un poco a ese entorno que los favoreció.
Con información de The Guardian.