Economía Global

¿Puede Alberto Fernández arreglar la economía argentina?

Alberto Fernández

En su más reciente columna de opinión en la revista Project Syndicate, el profesor Leandro Mora Alfonsín de la Universidad de Buenos Aires destaca los aspectos de la crisis en la que se encuentra la economía argentina.

Mora se centra fundamentalmente en los desequilibrios financieros que se introdujeron en la economía durante la administración de Cristina Fernández de Kirchner con los llamados «controles de capitales», los cuales finalmente tuvieron el efecto no deseado de alejar la inversión extranjera y devaluar el peso argentino a mínimos históricos respecto al dólar estadounidense. Hoy, el peso argentino, junto al Bolívar venezolano y el peso colombiano, es una de las monedas más devaluadas del mundo.

Los ciudadanos han canalizado su descontento con la situación económica por la vía electoral, procurando el cambio de gobierno al dar el voto a las propuestas del peronista Alberto Fernández. Macri, por su parte deja una economía abatida por una alta carga de deuda que se suma a las condiciones sociales de creciente pobreza, desempleo e inflación al mismo tiempo.

El gran problema de la economía argentina es su incapacidad para generar un flujo de dólares por medio de las exportaciones, como lo detalla Mora Alfonsín. Por lo cual, la presidenta Cristina Fernández, en el 2012, impuso unos controles de capitales que resultaron en rigideces macroeconómicas que alejaron la inversión y de hecho incentivaron a la población a ahorrar cada vez más en dólares como una forma de seguro contra la incapacidad del gobierno de manejar bien la economía.

Desde el 2015, cuando Mauricio Macri llega al poder, las cosas se complican. En lugar de simplemente derogar los controles de capitales que empeoraban la situación de la economía argentina, se derogaron todos los controles de capital de forma indiscriminada, creyendo que de esta forma se incentivaría la inversión extranjera en los sectores productivos. Sin embargo, los dólares llegaron pero solamente a las inversiones especulativas, las cuales suelen irse rápidamente en momentos de crisis.

El gobierno de Macri también le falló a Argentina a incurrir en políticas de deuda insostenible, generando un endeudamiento adicional a la Argentina de 193000 millones de dólares, de los cuales 44000 se le deben al Fondo Monetario Internacional, el cual intervino con un paquete de rescate y que además impuso políticas críticas de austeridad que en lugar de estimular la economía han generado una caída del consumo de los hogares. Según el mismo Fondo Monetario Internacional, para final de 2019 la deuda argentina habrá subido del 52% hasta el 93% del PIB. No obstante, la deuda de corto plazo ya está ejerciendo una fuerte presión en la balanza de pagos de la economía argentina.

Dentro de las políticas fallidas del presidente Macri , y con el objetivo de frenar la inflación, se encuentran las altas tasas de interés por parte del Banco Central argentino. Estas tasas buscan frenar que la inflación vaya mucho más alto de lo que ha ido hasta el momento. Sin embargo, lejos de frenar la inflación, lo que han logrado las tasas de interés, de más del 60%, es atraer aún más las inversiones especulativas.

Bajo esas condiciones la economía argentina empezó a sentir el golpe del freno a la economía internacional. Cuando la Reserva Federal aumentó sus tasas de interés en marzo de 2018, quedó en evidencia la debilidad de la moneda argentina así como de otras monedas de la región, lo cual generó una mayor inflación, así como la devaluación de la moneda que va a la par de este fenómeno. La inflación para el 2018 se situó en el 48% y para el 2019 llegará a un pico del 60%.

Como si todo lo anterior ya no fuera suficiente malo, el gobierno de Mauricio Macri falló al momento de lograr sus metas de déficit público y de cuenta corriente. Los recortes fiscales a las empresas, en el año 2017, redujeron los ingresos del estado, al tiempo que una economía con menor desempeñó también significó un menor recaudo impositivo para las arcas del estado.

La crisis de la economía

Oficialmente la economía argentina es mucho peor que todo lo anteriormente mencionado. La economía se ha contraído durante tres años consecutivos, lo cual ha llevado a unos elevados índices de pobreza. Para diciembre, cuando Macri deje el poder, la tasa de población en la pobreza será del 40%, una de las más altas de la región, mientras que el desempleo ha seguido aumentando y llegando a la impresionante cifra del 10% de la fuerza laboral.

El desafío

En estas circunstancias el desafío de Argentina es enfrentar cada una de las dimensiones de la crisis. Se debe impulsar el crecimiento y el consumo, así como una genuina inversión en los sectores reales de la economía. También es necesario estabilizar la tasa de cambio para garantizar el pago de la deuda.

Todos estos objetivos requieren un trato cuidadoso, ya que no son necesariamente compatibles entre sí. Argentina tiene que renegociar su deuda con los acreedores privados y con el FMI. Reestructurar la deuda requerirá un cambio en la forma en la que el estado gasta, asegurando que exista un balance fiscal y que se pueda lograr un superávit primario para el 2020. Los sacrificios y ajustes que se requieren para lograr esto podrían no hacer que todos los argentinos estén contentos, dado que la situación económica se ha deteriorado en gran manera.

En la medida en que los ajustes fiscales han probado ser impopulares en toda la región – Los levantamientos en Chile y Ecuador son los más claros ejemplos de esto- el próximo gobierno tendrá que lidiar con una sociedad poco tolerante a los ajustes.

El equipo de Fernández y él mismo presidente electo han señalado que de hecho se harán reformas para estimular el consumo y aliviar la pobreza. Con recursos fiscales limitados, el próximo gobierno deberá enfocarse en mejorar las condiciones de vida de los grupos sociales más empobrecidos por medio de transferencias de dinero en efectivo como el programa de Asignación Universal por Hijo.

En este contexto de dificultades económicas, otro de los mayores desafíos económicos del gobierno de Fernández será forjar un nuevo pacto social con las compañías y los sindicatos, proponiendo acuerdos salariales que se mantengan en línea con la política fiscal y monetaria.

Por lo tanto las próximas políticas de Alberto Fernández deberán mostrar que pueden estimular el consumo de los hogares y los individuos, al tiempo que se envían las señales correctas al mercado para que las fuerzas productivas nacionales puedan entrar a satisfacer la demanda de bienes y servicios de la sociedad. Con la actual situación económica, hay poco margen de maniobra para el gobierno de Fernández. Sin embargo, su victoria muestra que los argentinos están hartos del manejo que Macri le dio a la economía y existe espacio político para una propuesta alternativa.

El potencial

Argentina es un país rico en recursos naturales, concluye Mora Alfonsín en su columna. Pero debe ser capaz de desatar el potencial de sus fuerzas creativas e impulsar su industria manufacturera, que ya está diversificada, en productos que van desde el acero, los automóviles y los bioquímicos. La población altamente educada de Argentina sin duda espera mucho más de sus líderes políticos, y también puede ofrecer mucho más. La esperanza es que una vez que la crisis se haya terminado, el país pueda liberar la fuerza y el enorme potencial de los 45 millones de argentinos que desean llevar a su nación hacia un desarrollo renovado. Este es el real desafío del nuevo gobierno de Argentina.

Como siempre, en el caso de estas preguntas que se formulan en los títulos de las columnas, las conclusiones no son obvias y todavía no podemos asegurar si Fernández podrá satisfacer la necesidad de cambio de la economía argentina. Pese a esto, tampoco podemos augurar el fracaso, tal y como lo han predicho sectores de extrema derecha que no aprueban las propuestas de Fernández. Solo los próximos cuatro años podrán darnos una respuesta contundente y, por su puesto, esperamos que sea la mejor por el bien de los argentinos y sus socios en América Latina.

Con información de Project Syndicate.

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