Fuera de Estados Unidos Donald Trump es mucho menos admirado de lo que lo es dentro de su país. Así que para muchas personas resulta sorprendente cómo más de 70 millones de personas votaron por una persona abiertamente hostil a sus opositores, a los migrantes, a la comunidad afroamericana y que no pierde cada oportunidad que tiene para presentar sus propios “hechos alternativos”.
Y es que además de ser hostil a los migrantes o a los negros, Trump también se muestra en contra de la ciencia, de la igualdad de género, así como de los pobres (su reforma tributaria incluyó aumentos de impuestos para las personas más pobres a partir de 2021, algo que aún no sabemos si Biden podrá revertir).
Una reciente columna del economista Paul Krugman en el New York Times parece darnos una indicación de cómo es el electorado de Trump. Si bien Krugman no se centra en el electorado que eligió a Trump, sino en el tipo de electorado que votó por Biden, es bastante claro que al hacer una distinción tenemos una referencia de cómo es el votante típico de Trump.
El artículo de Krugman en el Times, titulado: What’s not the matter with Georgia?, se intenta dilucidar cómo Joe Biden ganó en una zona que parecía servida para los republicanos. De hecho aún se están contando los votos para el Senado en Georgia y es probable que el estado le dé a los demócratas la mayoría necesaria para que Joe Biden pueda gobernar cómodamente con el apoyo del legislativo.
La mirada que Krugman ofrece es bastante interesante, pues se se centra en la composición demográfica del electorado de Georgia. Resulta que Atlanta, una de las ciudades más grandes del estado cuenta ya con una población de más o menos el 57% la población de Georgia. Es decir, la población es mayoritariamente urbana. De hecho uno podría prescindir, llegados aquí, del análisis de Krugman y simplemente mirar la composición de los resultados electorales en cada estado. Aquellas zonas mayoritariamente rurales votaron por Trump, y las zonas urbanas lo hicieron por Biden.
¿Cómo se explica esto?
El electorado urbano, nos dice Krugman, es generalmente más educado. Las personas que trabajan en las ciudades están entrando a formar parte de una fuerza laboral a la que se le exige una mayor profesionalización y mayores habilidades. En palabras de Krugman: “Atlanta ha atraído a un número creciente de trabajadores con educación universitaria, por lo que en este punto el porcentaje de adultos en edad laboral con títulos de licenciatura es más alto en Georgia que en Wisconsin o Michigan. Entonces, en cierto nivel, no debería sorprender que Georgia aparentemente se uniera al “muro azul” para asegurar la presidencia de Biden”.
Una población más educada y urbana, según Krugman parece estar inclinándose hacia el lado demócrata. “Incluso cuando esta población podría beneficiarse de los recortes de impuestos que Trump y los republicanos habían anunciado para los más ricos”, señala el economista.
En este sentido, y por contraste, podemos definir cómo es el electorado de Trump: se trata de una población mayormente, aunque no exclusivamente, rural, así como personas menos educadas. Probablemente, y siguiendo la línea electoral del 2016, estamos todavía hablando de adultos blancos de las zonas rurales que se emplean en labores como la agricultura y las manufacturas que requieren mano de obra de baja calificación.
En resumen: El electorado de Donald Trump es mayormente rural, sin descartar una gran franja urbana, es menos educado en términos de habilidades para el empleo, ya que las personas de las áreas urbanas se ocupan en empleos que requieren personal cualificado. Se trata de personas que incluso han votado en contra de sus propios intereses. La política de la rabia que Donald Trump promovió movilizó a muchas personas a través de un fuerte discurso emocional contra la globalización, aún cuando Trump durante sus cuatro años no pudo recuperar los empleos deslocalizados que se han perdido en el país por cuenta de la decisión de las grandes multinacionales de mover sus fábricas a China y a otras partes del mundo donde es más barato producir.
Estas personas, que son los olvidados de la globalización, todavía aspiraban a que Trump pudiera detener la ola de la historia en la que la producción globalizada y la automatización barren con los empleos nacionales.
En Georgia, nos dice Krugman, Biden ganó por cuenta de estas personas más educadas, que en definitiva son las que se han beneficiado de la globalización y esperan que Estados Unidos pueda integrarse de nuevo a este proceso.
Por otra parte, Stacey Abrams, nos dice Krugman, una mujer negra que perdió la Gobernación en Georgia por cuenta de las restricciones que existen en el estado para el voto de las personas menos favorecidas, fue capaz de movilizar también a un electorado hastiado con el racismo y el desdén del sistema hacia los más pobres para que votara por Biden. Ciertamente de allí se extrae una gran lección para los demócratas: necesitan ganarse, en otras partes del país y como lo hicieron en Georgia, a todos los olvidados del sistema.
En un escenario en el que la globalización vuelve a tomar fuerza bajo la perspectiva de una mayor integración de Estados Unidos y los tratados comerciales que se logran en Asia, será vital que el partido demócrata pueda articular una propuesta para todos aquellos que han perdido en medio de este proceso. Si no lo logran, es muy seguro que el populismo de derecha que promueve el aislacionismo y el cierre de fronteras, tanto como para personas como para el comercio, pueda movilizar a una fuerza creciente de personas que han visto cómo sus empleos desaparecen y cómo las empresas deciden movilizar sus fuerzas productivas por fuera de las fronteras de EE.UU. Este es el electorado de Trump, todos los olvidados, los menos educados, los que sienten algún resentimiento contra un sistema que no logra satisfacer sus expectativas. En cuatro años sabremos si finalmente los demócratas aprenderán la lección y si lograrán acercarse a este electorado.
Con información del New York Times.