Este miércoles 13 de noviembre de 2019 el diario colombiano de negocios La República publicó su análisis sobre las protestas sociales que recorren Latinoamérica.
La noticia del año en América Latina
La protestas social se erige como la gran noticia en América Latina en el 2019. Es de destacar que países tan distintos como Chile, Ecuador y Bolivia han experimentado fuertes movimientos de descontento social, político y económico que se han tomado las calles casi de forma imprevista.
Independientemente del modelo económico que presente cada uno de estos países, lo cierto es que los líderes políticos tienen que hacer frente a un gran conjunto de demandas sociales que no es fácil satisfacer. La República señala que, por ejemplo, vemos un regreso del peronismo en Argentina, en Ecuador hay un retorno del correísmo contra el giro neoliberal del presidente Lenín Moreno y se han logrado tumbar iniciativas gubernamentales; en Perú el Congreso fue disuelto lo que deja una gran «nube de incertidumbre sobre la débil gobernabilidad», mientras que Chile se alista para hacer cambios a su constitución para hacer frente a la gran inconformidad social que se ha hecho evidente en las calles.
Colombia, la tercera economía de la región, no será la excepción de la regla y de hecho el presidente Iván Duque ha tenido que hacer frente a un gran llamado a la movilización para el 21 de noviembre de 2019, en el que sindicatos, estudiantes y gremios manifestarán su descontento frente al estado de la economía y el manejo que le está dando el presidente.
La posición del Diario La República, extrañamente, frente a este tipo de movilizaciones es que «no hay una recta para salir de esta temporada de protestas que ponen en riesgo no solo la gobernabilidad sino la institucionalidad misma con las consecuencias para el crecimiento económico».
La posición Editorial de La República
Parece que el Diario La República no ve las protestas como una señal positiva de una sociedad viva que reclama cambios de rumbo en las políticas económicas de un gobierno, sino como simplemente un palo en la rueda a las incipientes economías de América del Sur, y más aún se ve a las protestas como una amenaza para la democracia y las instituciones, cuando justamente en muchos casos la ausencia de protestas nos señala dónde se encuentran los gobiernos autocráticos que no permiten a sus ciudadanos manifestarse en las calles.
Inestabilidad política y riesgos para la inversión
Si bien es cierto, como el mismo Diario La República argumenta en su editorial, que las movilizaciones sociales (cuando se salen de cauce y no encuentran respuestas asertivas por parte de los gobiernos) pueden hacer que la percepción de riesgo de un país para los inversionistas aumente en el momento en que se dan todos estos tipos de protestas, también es cierto que los gobiernos pueden estructurar respuestas conjuntas – con los gremios, los empresarios, los grupos religiosos, y los trabajadores, para apostarle a una estructura de sociedad más inclusiva que enfrente la desigualdad y el bajo crecimiento económico.
El riesgo país luego de las protestas y movilizaciones sociales
El índice Embi de JP Morgan que mide el riesgo país señala que el riesgo país de Chile subió de 133 a 139 puntos básicos luego de las movilizaciones. Esto quiere decir que los inversionistas ven a Chile como un destino menos atractivo después de estas protestas. En Argentina este indicador escaló de 872 puntos a 2413 puntos. En Perú, luego de la disolución del Congreso, el riesgo país fue de 108 a 116 puntos básicos. El Caso de Bolivia es mucho más dramático al ser el país más pobre de la región y al hecho de que las protestas han llevado a cambios más dramáticos, en este caso la salida de Evo Morales de la presidencia, lo cual genera una mayor incertidumbre y hace que este país no sea atractivo para ningún inversionista.
El problema de los impuestos y los subsidios (Es decir de la política fiscal)
En todos los casos de latinoamérica existe una gran batalla por cuál será política fiscal del estado. Los ciudadanos quieren que se aumenten los gastos en subsidios y transferencias sociales. El diario La República afirma que esto solo se puede hacer con impuestos, los cuales «nadie» quiere pagar. Sin embargo, esta editorial de la República falla al no ver que el problema de la política fiscal no es que los ciudadanos no quieran contribuir a mejorar la capacidad de acción del Estado, si no que hay muchos que deberían contribuir más y no lo están haciendo. El caso de los Panamá Papers reveló como muchos ciudadanos ricos evadían impuestos por fuera de las naciones donde tendrían que pagarlos y al mismo tiempo en las reformas tributarias los legisladores se han hecho eco de la idea de que hay que bajar los impuestos a las grandes empresas para que generen empleo.
En este contexto un papel más consciente de los más afortunados en la sociedad sobre la contribución que deben hacer para que se den las mejoras sociales es algo bastante valioso. De la misma manera los países latinoamericanos deben emprender una gran lucha contra la corrupción. El índice de percepción de Transparencia Internacional muestra que los países latinoamericanos están considerados entre los más corruptos del mundo. Esto significa que hay mucho que puede hacerse en el camino y que las soluciones no están bloqueadas por reclamos «injustificados» o «poco realistas» como intenta hacer ver el diario La República.
Crecimiento necesario
¿Pueden impedir las protestas un crecimiento superior al 5%?
Finalmente y como cereza que adorna el pastel de esta columna por parte de los editores de La República se afirma que para poder atender a las demandas sociales de los manifestantes es necesario que las economías nacionales crezcan a un ritmo superior al 5% del PIB, lo cual es cierto.
Pero de forma bastante reaccionaria e irresponsable La República comenta: «Para poder atender todas las peticiones hay que crecer la economía a ritmos superiores a 5% anuales, lo cual es imposible sino llega una inversión externa que le apueste al país y para ello el grado de inversión es la llave para que esto suceda y, en medio de tanta protesta y peticiones indiscriminadas de subsidios y el freno del crecimiento de sectores neurálgicos para la economía, es más que imposible.» Aquí es donde hay que preguntar: ¿La economía estadounidense dejó de crecer por cuenta del movimiento Ocuppy Wall Street? No, de hecho, luego de las protestas, el gobierno americano respondió con un paquete de rescate al sistema financiero y con una política monetaria expansiva que revitalizó el crecimiento.
Precisamente este movimiento de protestas puede cuestionar a los gobiernos y los líderes políticos para que actúen de forma más juiciosa y respondan con las reformas necesarias para que la economía crezca a un ritmo más sostenido.
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En este sentido y contrariamente a lo que plantea La República, la protesta social es más que necesaria para que se enfrenten los problemas que frenan la capacidad del estado en materia social, como la corrupción, la evasión fiscal y los grandes subsidios a las empresas grandes en forma de exenciones.
Un sistema tributario más justo y una política de gasto redistributiva más acorde con las necesidades de la población evitará que el descontento siga aumentando y hará que los sectores sociales puedan llegar más fácilmente a un acuerdo para la recuperación de las economías latinoméricanas. Esto no solo es válido para el caso colombiano, país al que las protestas sociales llegarán pronto, si no a las demás economías de la región.
El presente artículo es una respuesta a la Editorial del Diario la República del 13 de noviembre de 2019.
