Análisis

Cómo pueden Joe Biden y la Unión Europea restaurar la confianza en la globalización

El Financial Times indica cuáles son los desafíos que enfrenta Joe Biden y sus aliados para restaurar la confianza internacional en el proceso de globalización económica y política.

La decencia está venciendo a la demagogia (Finalmente).

Al momento de escribir este artículo aún quedan votos por contar y desafíos legales por escuchar, por lo que se aplican advertencias. Pero el camino desde las elecciones ha mostrado a Joe Biden avanzando con muy altas probabilidades de ganar la presidencia. “De confirmarse, el derrocamiento de Donald Trump sería trascendental. Estados Unidos volvería a tener un presidente que aprecia sus leyes y libertades constitucionales”, según ha informado el Financial Times en su más reciente nota editorial de este viernes.

Es fácil que una presidencia de Biden caiga bajo calificaciones tanto positivas como negativas de ambos lados del espectro político. La polarización de la política le ha robado a Estados Unidos su centro político y el sentido de la mesura. “Es poco probable que el aislacionismo nativista del mandato de Trump desaparezca ante los inmensos desafíos económicos y las profundas divisiones sociales y culturales que Trump ha dejado”, continúa el medio liberal británico Financial Times. La realidad es que como bien ha advertido el economista Paul Krugman, un partido republicano esclavo del populismo bien podría aferrarse al Senado y obstaculizar la agenda de Joe Biden en el gobierno.

A veces lo que cuenta es lo que no sucede. Una derrota de Trump hablaría de los escombros evitados tanto como de las políticas prometidas por Biden. Un segundo mandato para Trump sería un mandato que ratificaría la corrupción, las mentiras y el unilateralismo beligerante en el escenario internacional, un golpe aplastante para el club de las democracias liberales conocido libremente como Occidente.

Trump legitimó a los déspotas y autócratas, como Kim Jong Un y , con quien se encontró personalmente y a quien elogió. Su admiración infantil por el presidente ruso Vladimir Putin anunciaba su desprecio por el orden global diseñado por Estados Unidos y “arraigado en el estado de derecho”. (Esta última declaración del Financial Times es bastante debatible debido a las guerras iniciadas por Estados Unidos y que no contaron con el apoyo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas bajo la administración de Bush hijo, aunque es cierto que Trump ha socavado aún más el sistema de derecho internacional, al pasar por encima de las reglas de la OMC imponiendo tarifas comerciales arbitrarias a China y al apoyar las pretensiones de Israel en Cisjordania, las cuales desconocen los fallos de la ONU sobre la territorialidad de un posible Estado palestino).

“Muy poco de esta arquitectura internacional (diseñada después de la Guerra Fría) sobreviviría otros cuatro años más de Trump”, añade el medio británico.

Inevitablemente, las circunstancias de una victoria de Biden establecerían los parámetros para su presidencia. Los líderes extranjeros que lo animan desde los tejados de las cancillerías europeas, y que estaban angustiado por la perspectivas de un triunfo de Trump, no pueden esperar más tiempo a que su victoria sea confirmada.

El antiguo orden hegemónico en el que Estados Unidos imponía su agenda al resto del mundo y que había sido llamado la Pax Americana solo puede ser reemplazado por dos opciones: Un juego de rivalidades entre grandes potencias (que proponía Trump) o un conjunto de alianzas y coaliciones entre democracias que apoyan un sistema liberal abierto (el cual será más probable con Biden como presidente).

Los países aliados de Estados Unidos, sin embargo, deben ser cautelosos en sus expectativas de una presidencia de Biden. Los votantes estadounidenses no se apresuraron a acudir a las urnas exigiendo que el presidente gastara más sangre y recursos para restaurar a Estados Unidos como el policía del mundo, pues todos quieren que su país salga de Oriente Medio.

Charles Kupchan, politólogo y asesor de política exterior de los ex presidentes Bill Clinton y Barack Obama, explica la posición de Estados Unidos frente al mundo. Después de su Independencia, Estados Unidos ha tendido a favorecer el aislacionismo. El periodo de compromiso con la globalización posterior a la Segunda Guerra Mundial realmente ha sido una excepción.

Los asesores de política exterior de Biden dicen que sus planes implican gastar quizás cuatro quintas partes de su tiempo en políticas internas. Es fácil ver por qué. Biden heredará una economía devastada por la pandemia de coronavirus, el aumento del desempleo, las marcadas desigualdades de ingresos y un déficit fiscal abultado por cuenta de los recortes de impuestos de Trump para los más ricos. La infraestructura de la nación necesita urgentemente una reforma y las clases medias quieren un presidente que cumpla su promesa de defender sus intereses económicos.

Los países aliados no deberían quejarse. La confianza pública en la agenda nacional del nuevo presidente sería un requisito previo para volver a comprometerse en el extranjero. Biden comprende el valor de las alianzas internacionales. Se ha comprometido a devolver a Estados Unidos al acuerdo de París sobre cambio climático y al acuerdo de energía nuclear con Irán para evitar la proliferación nuclear en ese país.

Nadie debería tener prisa por reconstruir el antiguo orden (Seguramente reconstruirlo del todo ya no es posible). En cambio, lo que se ha prometido es el regreso de Estados Unidos como una potencia con un impacto menor al que tuvo desde la era Clinton hasta Obama, pero como un país convocante y líder en el concierto internacional. Recuperar la confianza en la democracia liberal requerirá también un esfuerzo mucho más visible de las otras democracias del mundo.

Dadas las circunstancias, los líderes europeos deben comprometerse aún más con este orden liberal internacional, yendo mucho más allá de pagar más por su propia defensa.

Ellos, los países democráticos de Europa, deberían preguntarse qué pueden hacer para ayudar a Biden a restaurar la fe estadounidense en el internacionalismo. Un acuerdo comercial que elimine aranceles y cuotas a los fabricantes y liberalice el comercio agrícola sería un buen comienzo. Otro acuerdo importante sería un tratado transatlántico para cooperar en el establecimiento de normas mundiales para tecnologías avanzadas.

Se podría esperar que una Casa Blanca con Biden cambie la trayectoria de la política estadounidense a nivel internacional. Prometería una oportunidad para reparar el tejido de Occidente. Pero la responsabilidad de convertir esta oportunidad en una realidad va mucho más allá de lo que pueda hacer el mismo Biden.

Con información del Financial Times.

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