Desarrollo social

Ola de protestas globales contra el liberalismo económico

Protestas masivas en Colombia el 21 de noviembre

En Junio cientos de miles de jóvenes protestantes se conectaron por medio de las aplicaciones de mensajería para tomar las calles de Hong Kong para manifestarse en contra de la inmiscusión de las autoridades centrales de China en la vida de su ciudad.

Cuatro meses han pasado, y las manifestaciones antigubernamentales han sucedido a lo largo de más de una docena de países. Desde Chile y Bolivia, hasta Líbano y Colombia, millones han tomado las calles, algunas veces pacíficamente, otras veces no.

Miles han sido heridos y hay varias cifras variables de asesinatos. Los manifestantes han bloqueado carreteras, cerrado aeropuertos y atacado instituciones que se han vuelto blanco de su ira.

Irán bloqueó el acceso a internet desde el sábado y recurrió al uso de la fuerza letal para enfrentar a los manifestantes antigubernamentales frente al estado autoritario. Recientemente Colombia se convirtió en el quinto país en enfrentar manifestaciones masivas que se han extendido a través de Suramérica.

Es imposible dibujar líneas ordenadas para conectar la agitación que se está expandiendo por todo el planeta. Pero el hecho de que la gente ha salido a las calles en tantos lugares – frecuentemente compartiendo tácticas y slogans- ha dado a la confusión la caracterización de un nuevo movimiento social que hace eco de levantamientos pasados como las protestas de la Primavera árabe, las protestas estudiantiles de mayo del 68 y el movimiento contra la Guerra de Vietnam.

Los momentos iniciadores de las protestas varían de país a país. Pero subrayando la agitación hay frecuentemente una mezcla similar de discordia social y económica que está ayudando a alimentar las demandas por cambios transversales al orden político existente.

En Barcelona, los protestantes están enojados por las sentencias de prisión a los activistas secesionistas que quieren la independencia para la región de habla catalana. Muchos en esta rica región se han vuelto crecientemente resentidos por el hecho de que la región está subsidiando otras regiones más pobres de España con sus impuestos.

Las brechas en el ingreso son amplias en muchas de las ciudades golpeadas por las protestas. La gente joven que está impulsando la acción en muchas de estas regiones frecuentemente duda de que pueda lograr el estatus económico de sus padres. Su ira está dirigida a las élites políticas quienes están siendo vistas como grupos que están fuera de contacto con la población, y sirviendo solo para ellos mismos y otros con un estatus similar.

Todo esto está alimentando la acción en las calles por una nueva generación que se mueve a una hipervelocidad gracias a las aplicaciones de mensajería encriptada tales como WhatsApp y Telegram, las cuales capacitan a grandes grupos de protestantes que nunca se han reunidos los unos con los otros y ahora pueden comunicarse de forma anónima.

Donde plataformas como Twitter y Facebook eran grandiosas para distribuir ideas, las nuevas tecnologías permiten que cualquiera con el ánimo de ser activista de pueda conectar con grupos para construir consensos y acciones de largo alcance en tiempo real, sin el miedo a ser identificado.

Mientras tanto, el alcance global de internet ha ayudado a los activistas a aprender mientras ven y se conectan con sus pares en otras naciones.

En Barcelona, las fuerzas pro-independentistas han entregado panfletos titulados: “Hong Kong: las tácticas de los protestantes”. Ellos repiten el mantra de para conducir manifestaciones de pega y corre: “Ser agua”, la famosa pieza de consejo de uno de los íconos de las artes marciales más grande de la ciudad asiática, Bruce Lee.

Los protestantes de Hong Kong han usado apuntadores de láser para cegar a los policías y a las cámaras. Los protestantes en Chile, ahora los están usando también.

“Estas protestas no son anomalías puntuales”, dice Richard Youngs, quien estudia los movimientos de protestas en La Fundación Carnegie para la Paz Internacional. “Estos movimientos se están convirtiendo en un fenómeno regular que pienso que llegó para quedarse como característica fundamental de la política global”.

La razón, dice él, es que la gente siente que el sistema político no está respondiendo ante sus necesidades. Los manifestantes “se están alejando de la política y están eligiendo actuar de forma más directa”.

Frecuentemente la vanguardia de estos movimientos son la gente joven y los muy jóvenes. En Chile, las protestas comenzaron con estudiantes de bachillerato evadiendo el sistema de pago en el metro. En Hong Kong, chicos y chicas – todavía con sus uniformes escolares – pueden ser vistos en protestas que ocurren durante la noche entre semanas.

Su presencia está alzando la vista- ampliamente sostenida recientemente hacia abajo – esa de una generación joven adicta a los smartphones y que esencialmente es apática y con pocas probabilidades de traducir su descontento y desilusión expresados en internet en acciones en el mundo real.

“La crisis de legitimidad es global y la tecnología es global. La gente joven está tomando ventajas de estas herramientas a lo largo de un variado espectro”, dice Manuel Castells, un profesor de comunicación y sociología de la Universidad del Sur de California.

Quizás el más grande factor impulsado estas protestas y movimientos hacia adelante es que estos están teniendo éxito. En cada país, los protestantes están forzando a los líderes a ceder a sus demandas iniciales, solo para permanecer en las calles para ir por más demandas sociales.

“Entre más estemos afuera [ en las calles ] más podemos obtener de los políticos porque ellos nos temen ahora”, dice Waleed Ibrahim, un hombre iraquí de 32 años, desempleado y que ha tomado parte en las manifestaciones del último mes en Bagdad, las más grandes en décadas – unas que han sacado la gente a las calles para ventilar su ira con las élites políticas debido a que han fallado al momento de crear oportunidades económicas para el conjunto de la sociedad.

En Líbano, el primer ministro Saad Hariri echó para atrás el impuesto en llamadas de Whatsapp que impulsaron inicialmente las protestas en Octubre. Asediado por una caída en la economía y por acusaciones de incompetencia, Hariri renunció a finales de Octubre. Ahora los manifestantes quieren una revisión completa del sistema de gobierno, que actualmente se basa en las diferencias religiosas.

En Hong Kong, los jóvenes manifestantes permanecieron en las calles incluso después de lograr aquello que una vez pareció impensable: forzar a china continental a mirar.

En agosto, el liderazgo de Hong Kong – que tiene el apoyo de Beijing, retiró formalmente un plan controversial que permitía que los residentes de Hong Kong fueran extraditados y juzgados en el sistema legal opaco de China – lo cual inició las protestas. Pero los protestantes endurecieron su aproximación y perspectivas, pidiendo más cosas, incluyendo el sufragio universal y una investigación sobre la violencia policial sobre las marchas.

La decisión de presionar por más fue tomada en los grupos anónimos de mensajería, y la intensidad de las protestas creció.

La mayoría de los países golpeados por la agitación son democracias. Algunos de ellos como Haití, Iraq, Ecuador, Colombia y Bolivia, tienen historias de pobreza extrema e inestabilidad.

Los países desarrollados también están sufriendo al lado de las naciones emergentes, lo cual ilustra cómo la angustia puede crecer incluso cuando los países prosperan pero las expectativas crecientes de las personas no son satisfechas.

En Chile, las generaciones más viejas ven a los jóvenes protestantes como personas que dan por sentadas ganancias que se obtuvieron por luchas difíciles como el derecho a votar. El país saltó a la democracia hace treinta años después de una larga y sangrienta dictadura que los jóvenes que hoy protestan no tuvieron que experimentar. Desde entonces, la economía ha crecido de manera constante, y las tasas de desigualdad persistentemente altas de hecho han caído durante los últimos veinte años.

“Tenemos una generación de gente joven que creció durante la democracia y que no tiene recuerdos de una dictadura militar. Pero ellos no votan, ellos piensan que votar es algo inútil”, dice Sebastián Valenzuela, un profesor de comunicaciones de la Universidad de Santiago.

Las tasas de voto han caído globalmente desde principios de los años noventa, de acuerdo a un reporte reciente del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, una organización intergubernamental que sugiere una confianza decreciente en el gobierno en general.

En el Líbano, donde la mayoría de la gente que está protestando creció después de 1975 – la época de la guerra civil- las expectativas crecientes están en juego. Hoy, los jóvenes que se benefician de la estabilidad política están menos involucrados en partidos y grupos sectarios que definieron a la generación de sus padres. Ellos quieren cambiar el sistema político que divide el poder entre estos grupos.

Muchos de los protestantes en Hong Kong, quienes se están enfrentando contra China continental, están desilusionados con un sistema económico que no funciona para ellos. Con los salarios estancados y los precios de la vivienda al alza, muchos tienen pocas probabilidades de ganar lo suficiente para moverse fuera de las torres de apartamentos hacinadas donde ellos viven con sus padres.

Todavía queda por ver qué cambios de largo plazo, si algunos son logrados, rendirán fruto por cuenta de las protestas de 2019. El impacto de los movimientos sociales raramente es claro cuando ellos se están desplegando – y puede ser debatido por generaciones sin resolución alguna.

Las condiciones locales influenciaran los resultados. En Hong Kong, el factor decisivo puede ser un hombre, el presidente chino Xi Jinping, cuyas opciones vas desde conceder a la ciudad más autonomía hasta reprimir las protestas con la ayuda del ejército.

Un legado

Un legado ya ha sido establecido de hecho: el poder de los grupos anónimos que usan la tecnología para desatar la desobediencia civil en tiempo real, haciendo que las marchas y ocupaciones de hace una década parezcan moverse en cámara lenta en comparación.

Tomemos como ejemplo la experiencia de Yiu, una protestante de Hong Kong que se encuentra en sus años veinte. Ella estaba entre los cientos de manifestantes que ocuparon la sede principal del gobierno en julio. Ella escuchó acerca del movimiento de ocupación en Telegram justo antes de que ocurriera.

Ella había esperado una marcha pacífica ese día. Pero revisando sus varios canales de Telegram o grupos de chat, ella vio cómo el humor cambiaba. Pronto ella recibió mensajes donde se buscaban voluntarios para ocupar la construcción, un símbolo clave del gobierno de Hong Kong.

En pocos minutos, un grupo de varios cientos de protestantes habían recibido el mismo mensaje para reunirse fuera del edificio y estaban listos para la acción. Juntos, ellos ingresaron, en uno de los momentos más emblemáticos de las protestas.

“Hace unos meses yo no habría querido ser violenta”, dijo Yiu. “Ahora no me importa”.

En Colombia las manifestaciones han empezado hace poco, el 21 de noviembre, con grupos sindicales, movimientos sociales, grupos estudiantiles y grupos indígenas demandando freno a la corrupción y que se enfrenten los graves problemas de desigualdad que padece el país. Al igual que en Chile y Líbano, la lucha contra el liberalismo económico radical es uno de los factores que unen a las protestas. Los manifestantes rechazan la economía de goteo, aquella que da beneficios fiscales a los más ricos de la sociedad mientras que los pobres y los más marginados siguen siendo olvidados. Los problemas económicos están en el centro del debate y seguramente no se irán pronto. Mientras los grandes ejecutivos de las empresas americanas ganan 400 veces más que el trabajador promedio, la ira y el descontento social crece, y este fenómeno no es exclusivo de América.

Las críticas al modelo económico liberal ya han sido expresadas por diversos economistas, politólogos y analistas. Los economistas del desarrollo, como los premios Nobel Esther Duflo, Banerjee y Michael Kremer, señalan que el estado debe tener un papel más activo en el desarrollo social económico. ¿Lograrán los movimientos de protesta que los políticos y líderes del mundo empresarial escuchen este mensaje o seguiremos viendo una economía que solo funciona para unos cuantos en la cima de la pirámide social?

Cuéntanos tus perspectivas y pensamientos al respecto en la sección de comentarios.

Este artículo se ha logrado gracias a información del Wall Street Journal.

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